“La familia cristiana va a contracorriente”

El cardenal Ennio Antonelli, de 75 años, en los jardines de Castelldaura (Foto. Pedro Catena)

“Lafamilia cristiana va a contracorriente” 

Ennio Antonelli, cardenal, presidente del Pontificio Consejo de la Familia

Atesora una amplia experiencia pastoral, pues fue durante 26 años obispo en tres diócesis italianas: primero en Gubbio, luego en Perugia-Città della Pieve, y finalmente en Florencia, estas dos últimas archidiócesis. El cardenal Ennio Antonelli preside desde el 2008 el Pontificio Consejo de la Familia, ministerio vaticano altamente sensible. Antonelli (Todi, región italiana de Umbría, 1936), especialista en Teología Dogmática y en Filología Clásica, pronunció el martes una conferencia en las 47ª Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura, centro de encuentros del Opus Dei en Premià de Dalt. Cuando se realizó esta entrevista, aún no había trascendido el escándalo por corrupción en el Vaticano desvelado por una televisión italiana.

Europa está muy secularizada. ¿Tiene sentido que la Iglesia católica se obstine en defender la familia tradicional si tantas familias ya no son así?

No sólo tiene sentido defenderla, sino que es más necesario que nunca. La familia cristiana, el amor cristiano auténtico, no es excluyente, respeta a cada uno allí donde se encuentra; pero no renuncia a su propia identidad, a las exigencias del Evangelio, sino que busca plasmarlas mejor, en la convicción de que eso es un bien para todos, para los cristianos y para quienes no lo son. Que haya familias cristianas ejemplares permite a la sociedad ver que es posible un ideal evangélico.

Pero ¿y la percepción social?

Es importante no poner al mismo nivel la familia tradicional y otras formas de convivencia. Sería un daño para la sociedad. La familia tradicional proporciona nuevos ciudadanos a la sociedad, y produce y alimenta virtudes sociales, que son indispensables para la cohesión y el desarrollo de la sociedad. Otras formas de convivencia no generan esas mismas ventajas. Por tanto, sería injusto equiparar realidades distintas. Todo esto, claro está, sin despreciar jamás a las personas.

Entre esas ‘nuevas familias’, algunas lo son por decisión cultural, y otras se han encontrado involuntariamente en esa situación, como los divorciados abandonados por el cónyuge.

Desde un punto de vista eclesial, está claro que serán las familias cristianas las primeras en no rechazar a las otras, sea cual sea el motivo de que sean así, y establecerán relaciones de amistad y colaboración allí donde sea posible.

DIVORCIADOS Y COMUNIÓN “Si la nulidad no llega y se han vuelto a casar por lo civil, no pueden comulgar”

Los divorciados que se habían casado por la Iglesia y contrajeron luego otro matrimonio civil no pueden comulgar, pero un homicida arrepentido sí. Estas cosas provocan perplejidad en la sociedad.

Usted ha dicho “homicida arrepentido”, pues si persistiera en la misma actitud que cuando asesinó, no podría comulgar. Los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil, si cambian su situación, pueden obviamente recibir la eucaristía, que es signo de comunión espiritual y visible. Pero no pueden mientras permanezca esa situación de discordancia objetiva con el Evangelio, porque Dios quiere el matrimonio indisoluble, y están cometiendo adulterio; la Iglesia no puede por su cuenta cambiar eso. Se trata de una situación irregular, y no podemos fingir que no lo es.

Entonces, si no llega la nulidad del primer matrimonio, ¿no tienen alternativa?

Si la nulidad no llega, no pueden casarse por la Iglesia, y por tanto su unión sería una convivencia, no un verdadero matrimonio. Pero eso no quiere decir que deban sentirse excluidos de la Iglesia; pueden participar en muchas actividades eclesiales, ir a misa, hacer obras caritativas, intentar vivir el amor en la casa, con el prójimo, con los hijos,… Y no perder la confianza, pues decía Juan Pablo II que quien se compromete, reza, hace el bien, puede encontrar la misericordia de Dios “por otras vías”, fuera de la absolución sacramental y de la eucaristía.

Los obispos dicen que la familia afronta dificultades, pero la Santa Sede la presenta ahora como instrumento de nueva evangelización, una de las prioridades de este pontificado, que se abordará en el sínodo en octubre. Resulta paradójico.

Es así; la familia será puntal de la nueva evangelización. Tiene dificultades en el mundo de hoy, pero hay también bellísimos testimonios de familias que van a contracorriente, que se apartan de la cultura dominante, individualista, relativista, consumista, materialista… Quizá nunca como ahora ha habido tantos movimientos eclesiales que dan tanta importancia a las familias. Ahora hay familias numerosas que eligen serlo voluntariamente. Antes, tener muchos hijos ocurría de modo espontáneo; hoy en cambio es una decisión consciente. Es algo nuevo, positivo, bonito.

NEOCATECU-MENALES “Las familias con niños que se van en misión a otros países son una admirable sorpresa”

El Camino Neocatecumenal, recientemente alabado por el Papa, envía familias con niños en misión a países lejanos. ¿Qué opinión le merece?

Bueno, no sólo ellos lo hacen; también algunas diócesis envían familias en misión al extranjero, financiada por sus comunidades de origen, que las acogen al regreso y las ayudan con el trabajo y la vivienda. La Conferencia Episcopal Italiana tiene un fondo de pensiones para familias que van en misión durante algunos años. Son realidades nuevas. Cuando era arzobispo de Florencia, una familia de neocatecumenales se marchó así a Brasil con sus cinco hijos, y los abuelos paternos vinieron a suplicarme que les disuadiera. Qué podía decirles... Esta vocación de los neocatecumenales es sorprendente en estos tiempos; son esas sorpresas admirables que nos depara la gracia de Dios.

Conciliar vida laboral y personal

Milán albergará del 30 de mayo al 3 de junio el Encuentro Mundial de las Familias, cumbre trienal de familias católicas, que en el 2006 se celebró en Valencia. La cita milanesa está dedicada a “familia, trabajo y fiesta” y plantea la importancia de la conciliación de la vida laboral y familiar de las personas. “Que haya trabajo es fundamental para el sustento y la serenidad de las familias -arguye Antonelli-, pero las personas tienen que poder armonizarlo con las necesidades familiares. Trabajadores, empresarios, sindicalistas, administración pública, políticos... deben reflexionar en busca de soluciones”. En una parroquia de Florencia, cuenta, dicen misa en día laborable a las 13.15 horas para que encaje en la pausa para comer de los trabajadores.

    María-Paz López / La Vanguardia