Llamados a ser santos
El Opus Dei ayuda a encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y el resto de actividades ordinarias.
Evangelio del día y comentario: reflexión diaria sobre el evangelio del día para orar con la Palabra de Dios.
El Opus Dei ayuda a encontrar a Cristo en el trabajo, la vida familiar y el resto de actividades ordinarias.
Concilio Vaticano II. Extracto del documento conciliar (Cap. V, nn. 41 y 42) que trata sobre la llamada universal a la santidad, mensaje que difunde el Opus Dei.
¡Qué contento se debe morir, cuando se han vivido heroicamente todos los minutos de la vida! –Te lo puedo asegurar porque he presenciado la alegría de quienes, con serena impaciencia, durante muchos años, se han preparado para ese encuentro. (Surco, 893)
No me seas flojo, blando. -Ya es hora de que rechaces esa extraña compasión que sientes de ti mismo. (Camino, 193)
Ama y busca la ayuda de quien lleva tu alma. En la dirección espiritual, pon al descubierto tu corazón, del todo —¡podrido, si estuviese podrido!—, con sinceridad, con ganas de curarte; si no, esa podredumbre no desaparecerá nunca. Si acudes a una persona que sólo puede limpiar superficialmente la herida..., eres un cobarde, porque en el fondo vas a ocultar la verdad, en daño de ti mismo. (Forja, 128)
Si no es para construir una obra muy grande, muy de Dios –la santidad–, no vale la pena entregarse. Por eso, la Iglesia –al canonizar a los santos– proclama la heroicidad de su vida. (Surco, 611)
Mientras hay lucha, lucha ascética, hay vida interior. Eso es lo que nos pide el Señor: la voluntad de querer amarle con obras, en las cosas pequeñas de cada día. Si has vencido en lo pequeño, vencerás en lo grande. (Via Crucis, 3ª Estación, n. 2)
¿Quieres de verdad ser santo? -Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces. (Camino, 815)
Dios no te arranca de tu ambiente, no te remueve del mundo, ni de tu estado, ni de tus ambiciones humanas nobles, ni de tu trabajo profesional... pero, ahí, ¡te quiere santo! (Forja, 362)
Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor; si buscas con cálculo o "cuquería" el modo de disminuir tus deberes; si no piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus conversaciones son ociosas y vanas; si no aborreces el pecado venial; si obras por motivos humanos. (Camino, 331)
El tiempo es nuestro tesoro, el “dinero” para comprar la eternidad. (Surco 882)
No te asustes, ni te desanimes, al descubrir que tienes errores..., ¡y qué errores! –Lucha para arrancarlos. Y, mientras luches, convéncete de que es bueno que sientas todas esas debilidades, porque, si no, serías un soberbio: y la soberbia aparta de Dios (Forja, 181).