La Navidad en Sudáfrica, Nueva Delhi, Kazajistán...

Elena, Carlos, Priya, Catalina y Elisa nos cuentan cómo han vivido una misma festividad en lugares muy distintos del planeta.

EN SUDÁFRICA : LA NAVIDAD EN FAMILIA

Celebramos el Nacimiento del Niño Jesús en plenos meses de verano. El país se paraliza para recibir al Rey de Reyes, los colegios, las Universidades, los negocios… todo cierra.

La vegetación aparece con otros colores para acoger al Redentor, las flores típicas –como las agapantas- florecen en esta época, las tormentas eléctricas refrescan el verde y le dan un color especial y distinto a las hojas.

La nieve la cambiamos por el sol y el calor…, pero no es impedimento para dejar de decorar los centros comerciales, las casas y los principales edificios de la ciudad. El 80% de la población es cristiana y esto se respira en distintos detalles; los fuegos artificiales que se tiran para celebrar las fiestas, la decoración cuidada y detallista del árbol de Navidad, los Belenes que aparecen en muchos establecimientos o los múltiples conciertos de Villancicos que hay por los centros comerciales y principales parques de la ciudad.

La cena del 24 es una ocasión única para reunir a toda la familia alrededor de la mesa. Pobres, ricos, blancos, negros, indios, mestizos… todos viajan al hogar. El ajetreo de estos últimos días en la estación de autobuses y taxi –transporte público para la mayoría de la población negra- da paso a la quietud de una ciudad vacía.

Elena García Clavel

(Sudáfrica)

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EN ESPAÑA: SER UN PASTOR, LA LAVANDERA O LA OVEJA

Pienso que las navidades son una fiesta especial para la familia, porque siempre tengo la impresión de que todos –mi marido, mis hijos y yo- nos acercamos juntos al Señor.

Como siempre, los niños se encargan de hacer el belén cerca del árbol de Navidad. Una vez más, discuten un poco sobre si poner la estrella aquí o allá, o si este pastor tiene que estar a éste o aquél lado del río, pero pronto cada figura ocupa su puesto.

Elisa con sus hijos.

Enseguida imaginamos que estamos en Belén. A mí me dicen que soy la posadera y mi marido, un soldado romano. La mayor escoge la figura de la lavandera; el niño, la del pastor; y a las pequeñas, las pobres, las convierten en ovejas.

Y yo les contaré otra vez que aquella noche hacía frío, pero que la Virgen apretaba fuerte al Niño contra su pecho, mientras que san José encendía un fuego. Y que la lavandera había traído ropa limpia para envolver a Jesús; y el pastor, un poco de queso para el hambriento José. Y que el romano aquella noche era bueno y la posadera estaba más alegre que nunca. Y que las ovejas, pequeñas y muy blancas, metían su hocico en la cuna y la Virgen les dejaba hacer...

Así es como rezo con mis hijos delante del belén, siguiendo sin darme cuenta el consejo de san Josemaría de hacernos un personaje más en el Evangelio. No importa si como posadera, romano, lavandera, pastor u oveja: basta acabar bien metido en la gruta de Belén.

Elisa Guillén Pascual

Jaén (España)

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EN KAZAJISTÁN: EN LA ESTEPA, LA ESTRELLA DE JESÚS

Cada Navidad en Almaty (Kazajistán) es un regalo de Dios. El 25 de diciembre se trabaja, pero prácticamente todos los kazataníes saben que ese día los católicos y protestantes celebramos el nacimiento de Jesús. Los amigos y conocidos no católicos nos felicitan, y nos desean que tengamos un día de alegría y de paz.

La noche del 24 se celebra solemnemente la Misa de Gallo en la Catedral católica, presidida por el Obispo. Antes suele haber una escenificación de la Navidad. Algún año incluso ha estado presente el camello, medio de locomoción de los reyes magos, y que con frecuencia vemos en las estepas de nuestro país. Recuerdo una Nochevieja en la que hacía tanto frío que el vapor que salía de la nariz del camello nos dificultaba ver buena parte de la Gruta.

Este año varios amigos musulmanes nos han ayudado a hacer el Belén en el centro del Opus Dei de Almaty. Lo empezamos hace tiempo, porque queremos que sea un Belén de categoría. Uno de ellos comentaba: “Qué suerte la vuestra de tener unas tradiciones tan bonitas”.

Una imagen de Almaty (Kazajstán) en Navidad.

Con ellos hacemos un rato de oración a Dios. También es habitual que algunos padres de nuestro amigos y otras personas que no conocen casi nada del catolicismo, ese día vengan con nosotros a la Misa de Gallo, y salgan conmovidos. A la vuelta, cantamos villancicos y tomamos algunos platos típicos.

Es bonito comprobar que en pueblos pequeños, en pleno corazón de Asia, donde apenas viven unas decenas de personas, también se celebra con esta Misa el Nacimiento de Jesús. Así me lo decía un sacerdote, al regreso de su Misa de Gallo: “Quién iba a decir hace unos años, que en lugares tan remotos como este pueblecito, hasta hace poco tiempo bajo el yugo comunista, el 25 de diciembre iba a brillar la estrella de Jesús”.

Carlos Lahoz

Almaty (Kazajistán)

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EN LA INDIA: VILLANCICOS EN MALAYALAM

En la Nueva Delhi, en estas fechas no hay decoración navideña por las calles. Tampoco ofertas especiales, ni regalos de Navidad en las tiendas. En este inmenso país de más de mil millones de habitantes, los cristianos somos una pequeña minoría: sólo el 3% de la población.

Sin embargo, el 25 de diciembre es un día festivo en todo el país. Las iglesias se llenan para las misas y, además, incluso mucha gente de otras religiones se une a nosotros para ver los belenes y cantar canciones de Navidad en alguna de las muchas lenguas que se habla en la India. Es emocionante oír cómo la gente alaba al Niño y a su Madre en hindi, malayalam, tamil, konkani, inglés, etc.

Una niña india besa al Niño Jesús.

“Cada Navidad ha de ser para nosotros un nuevo especial encuentro con Dios, dejando que su luz y su gracia entren hasta el fondo de nuestra alma”. Estas palabras del fundador del Opus Dei resuenan en mi interior en estas fechas, y trato de ponerlas por obra estos días cuando me encuentro con mis amigas, o cuando estoy en casa o en la parroquia.

Priya T. Xalxo

(Nueva Delhi)

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EN CHILE: MISA DEL GALLO EN FAMILIA Y BAILES CON LOS ABUELOS

“Chile es un país con profundas raíces cristianas y la Navidad se hace presente en un y mil detalles, desde los adornos de las calles, hasta el pesebre que cada familia instala en su hogar. De hecho la tradición del pesebre, está cada día más viva, y hoy es frecuente encontrarlos de tamaño natural en espacios públicos y en edificios corporativos. En algunos se pone al Niño desde el comienzo, en otros, el Niño llega en la Nochebuena.

Mi marido Gregorio y yo llevamos casados 16 años, tenemos 8 hijos, y estamos esperando el noveno. En nuestra casa no puede faltar el pesebre, que armamos en familia, encargando a cada hijo una tarea para hacer presente el espíritu de la Navidad en el hogar.

Catalina con sus hijos ante el belén de su casa.

Este año, el escenario al interior de la chimenea, estuvo a cargo de Julio, de 12 años. Las figuras del Belén fueron un regalo de mi mamá, quien eligió y pintó cada figura. Todas las navidades, los niños cocinan galletas, que luego cada uno regala a sus padrinos. Los más pequeños colaboran prestando como “molde” sus manitos.

Celebramos la Navidad la noche del 24, vamos a la Santa Misa y luego nos encontramos con los abuelos en casa, donde los niños hacen una representación de Navidad que incluye bailes y villancicos. La directora artística de la obra es Florencia, de 11 años, y los mayores tocan instrumentos de percusión y piano para celebrar el nacimiento del Niño Jesús”.

Catalina Rasmussen

Santiago (Chile)