Una mano del beato Álvaro ante problemas de transporte

Recogemos dos relatos de soluciones favorables a problemas por falta de medios de transporte obtenidas tras invocar la ayuda del beato Álvaro del Portillo.

Photo: Dan Gold (Unsplash)

Pude llegar a clase

A don Álvaro suelo encomendarle los problemas de transporte que, para un peatón como yo en una ciudad grande, son habituales. Hace unos días fui al dentista. Salí muy apurado de la consulta, porque apenas tenía tiempo para llegar a clase. El problema es que el paradero de buses estaba bastante lejos y en esa calle pasan buses con poca frecuencia. De ahí mi horror cuando vi que pasaba por delante un bus, sin que yo alcanzara a llegar al paradero.

Comencé una estampa a don Álvaro, mientras caminaba rápidamente hacia el paradero

Comencé una estampa a don Álvaro, mientras caminaba rápidamente hacia el paradero, pidiéndole, en todo caso, que me consiguiera un taxi. En eso se detiene un taxi y me invita a subir. Cuando lo hago, dice el taxista: “No pensaba llevar a nadie, porque el auto está sucio y me gusta trabajar con el auto impecable, por eso iba a limpiarlo. Pero lo vi con tal cara de apuro que decidí parar y llevarlo”. Gracias, don Álvaro.

Necesitaba un taxi

Era una de esas tardes en las que hay que hacer mil cosas y dispones de poco tiempo. Quería ir a misa a las siete, para después llegar a una reunión a las ocho y media. A la salida de la misa me encontré con una persona querida cuya mujer acababa de fallecer. Me dijo que lo acompañara a su casa porque quería darme un recuerdo de ella. No podía negarme.

Estuve unos minutos con él, me entregó el regalo y salí de su casa. Estaba oscuro y me di cuenta de que por esa calle no pasaban autobuses ni taxis, pues era muy poco concurrida. Si quería llegar a un lugar adecuado para encontrar algo en qué movilizarme, tendría que caminar bastante y no llegaría a la hora.

“Tú sabes que no podía negarme a venir hasta aquí: consígueme un taxi, por favor”

Recurrí entonces a don Álvaro, diciéndole: “Tú sabes que no podía negarme a venir hasta aquí: consígueme un taxi, por favor”. Empecé a rezar la estampa, mientras caminaba a buen paso. No alcancé a andar diez metros cuando se detuvo un auto y oí una voz que decía: “¿A dónde va, profesor? Lo llevo”. Era el hermano pequeño de un estudiante que asistía a un medio de formación que yo daba hace unos diez años. A ese hermano lo había visto muy pocas veces en mi vida y, como estaba oscuro, la probabilidad de que me reconociera en la calle era bajísima. Subí de inmediato al auto y todo salió a la perfección.

J. G. H., Santiago de Chile


¿Ha obtenido algún favor por intercesión del beato Álvaro? Envíe el relato del favor recibido a través de este formulario.

También puede comunicar la gracia que se le ha concedido mediante correo postal a la Oficina de las causas de los santos de la prelatura del Opus Dei (Calle Diego de León, 14, 28006 Madrid, España) o a través del correo electrónico ocs.es@opusdei.org.