UDEP: inspirar a las nuevas generaciones

El aprendizaje de las humanidades es una oportunidad para cultivar el deseo por el bien, la bondad y la belleza en los universitarios. Junto con ese crecimiento de la interioridad juvenil, su involucramiento en diferentes voluntariados facilita la comprensión a las nuevas generaciones de lo que son capaces de dar.

A lo largo de mi trayectoria profesional, he cultivado el gusto por la filosofía y la educación. Aunque, inicialmente estudié arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería. Desde hace diecisiete años enseño en la Universidad de Piura donde he podido enseñar algunas asignaturas como “Realidad y Conocimiento”, “Persona y Sociedad” y “Ética Ciudadana”.

Quisiera detenerme en la experiencia de dictar el curso “Persona y Sociedad” que despierta mucho interés en los alumnos porque les ayuda a conocerse y tratar muchos temas trascendentes en sus vidas.

Este año reflexionando sobre la asignatura, me di cuenta que si bien los alumnos aprendían mucho sobre el significado del ser persona, hacía falta algo más y diseñé un sistema de evaluación donde aplicaran esos conocimientos en la sociedad mediante voluntariados individuales o grupales.

Los informes presentados por mis alumnos reflejaban la huella personal que dejaba esa experiencia, única para algunos, aplicando de modo práctico la doctrina social de la Iglesia.

En la mayoría de los casos, los alumnos se pusieron en contacto con la carencia de recursos, la posibilidad de aportar los conocimientos adquiridos en su carrera al servicio de otras instituciones o personas, inculcar virtudes o corregir malos hábitos en personas de toda edad, respetar y contemplar la naturaleza, aprender a trabajar en equipo, superar dificultades, etc.

Un voluntario en la “Operación sonrisa”

Sebastián, futuro ingeniero, participó como voluntario en una iniciativa llamada “Operación sonrisa”, que opera labios leporinos de niños con pocos medios económicos

Sebastián, futuro ingeniero, participó como voluntario en una iniciativa llamada “Operación sonrisa”, que opera labios leporinos de niños con pocos medios económicos. Por ejemplo, tenía que poner en juego sus talentos para distraer a los niños antes de la intervención quirúrgica, jugando con ellos y explicándoles qué pasaría, para que no se alteraran y no tuvieran miedo.

Además, le pidieron apoyar al personal, ayudando a distribuir mejor el trabajo y facilitando una estadía placentera a los niños y padres de estos después de las intervenciones. Esta experiencia le hizo mejorar como persona, al darle la oportunidad de conocer realidades distintas a la suya; a tomar consciencia de la necesidad de ayuda en este tipo de centros hospitalarios; a mejorar su interacción con niños pues tenía que pasar tiempo con ellos; a ser más atento con las personas y atender sus necesidades.

Sebastián con el equipo de “Operación sonrisa”

Al escribir sus experiencias, Sebastián decía: “apliqué mis habilidades de liderazgo y trabajo en equipo cuando me encargué de armar paquetes de regalos para los niños junto a otros voluntarios; mejoré el modo de realizar actividades a las que no estoy acostumbrado (limpiar o servir comida); y mejoré mi comunicación al interactuar con las personas sobre las tareas que debía realizar. Tuve que lidiar con algunos padres de familia que no obedecían a las indicaciones de los médicos, hubo niños difíciles de tratar por su personalidad y, también, algunos problemas logísticos (repartición de regalos, sobrantes de comida, falta de personal, etc.). Debía organizarme bien para llegar a todo, en poco tiempo.

En la limpieza del litoral limeño

La limpieza de playas en varios puntos del litoral limeño fue otra tarea de voluntariado que contribuiría a mejorar el entorno a la comunidad local. Los estudiantes no solo favorecieron la mejora en la calidad de vida de quienes disfrutan de la playa, sino que también promovieron un sentido de responsabilidad compartida y cuidado por el medio ambiente. Además, trabajando en equipo fomentan la colaboración y el espíritu comunitario.

Lorenzo escribió en su informe: “me sentí muy bien al contribuir colectivamente a mejorar el medio ambiente. Además, dos personas mayores se acercaron a nosotros y nos agradecieron por la labor que hacíamos, lo cual impactó positivamente en mí”.

De derecha a izquierda Priscila, Freysi, Diana y Jean

Por último, buscamos incentivar a más personas a participar en actividades similares y a cuidar mejor el lugar en donde viven o zonas cercanas, lo que impactó positivamente en el bienestar colectivo y en la conciencia ambiental.

Mateo, por su parte, no solo limpió las playas, sino que también realizó varias campañas entre el público que acude a éstas, a las que se accede con facilidad desde el distrito de Miraflores.

Una de esas campañas consistía en ayudar a sensibilizar a visitantes, turistas y surfistas de la zona sobre la importancia de recoger desechos y evitar el empleo de plásticos no reciclables. También recordó a los conductores de autos cómo el mal uso del claxon ocasiona contaminación sonora y lo fácil que resulta corregirla.

Mateo escribió: “me encargué tanto de mostrar una pancarta con información, y de acercarme y pasar por los autos, con una paleta a 2 caras que decía, por un lado: “Saca la mano del claxon” y, por el otro: “Menos ruido, más salud”, y entregarles pelotas anti estrés a los conductores”.

En el Instituto Nacional de Salud del Niño

Otra alumna, Gabriela de Ciencias Económicas y Empresariales, señaló que el voluntariado no solo se convirtió en una oportunidad para brindar ayuda y apoyo emocional a niños del Instituto Nacional de Salud del Niño, sino también fue un terreno fértil para su desarrollo personal.

Cuenta Gabriela: “A medida que me sumergí en las complejidades de las vidas de quienes buscaban rehabilitación/terapia, descubrí que esta jornada no solo estaba marcada por las acciones externas, sino por la evolución interna que experimenté a lo largo del proceso. Esta experiencia ha moldeado mi perspectiva, ampliado mis habilidades y contribuido al tejido mismo de mi identidad. Desde el desarrollo de la empatía hasta la adquisición de habilidades sociales y competencias profesionales, este viaje de voluntariado ha sido un catalizador para un cambio positivo tanto en la comunidad a la que servimos como en mi propia persona. La interacción diaria con niños enfrentando desafíos significativos —discapacidades físicas y mentales en su proceso de rehabilitación, atención y reinserción social­—ha sido una lección constante en empatía. He aprendido a ver el mundo desde sus perspectivas, comprendiendo las complejidades de sus vidas y cultivando una sensibilidad hacia las diferencias y la diversidad. Adquirí competencias que trascienden el ámbito del voluntariado y son aplicables en diversos contextos profesionales”.

Otros voluntariados

Otras actividades de voluntariado fueron las de ser profesor de programación para niños de primaria, apoyar a refugios de mascotas, construcción de un muro de contención para una losa deportiva, preparación y entrega de cenas a mendigos que viven en la calle, ayuda a la distribución de alimentos en comedores de ancianos, instalación de postes para paneles solares para abastecer de luz y agua a centros poblados, arborización de terrenos y un largo etcétera.

A la pregunta final a mis alumnos sobre qué recomendarían para mejorar esta experiencia en la asignatura “Persona y Sociedad”, todos coincidían en la importancia de difundir estas actividades para que más personas tengan una perspectiva de la realidad que se vive en estos lugares y la ayuda que uno podría dar. Y sugirieron la promoción —a lo largo del año académico— de estas acciones pues traen un beneficio a la sociedad y les ayudan a desarrollarse como persona.

La respuesta de mis alumnos me dio esperanza porque comprobé que son capaces de más generosidad y audacia cuando se lo proponen. A los profesores nos toca sembrar a voleo…

Como dijo el Papa Francisco al concluir la misa en Las Palmas, aquí en Lima: “Tierra de esperanza por los jóvenes, los cuales no son el futuro, sino el presente de Perú. A ellos les pido que descubran en la sabiduría de sus abuelos, de sus ancianos, el ADN que guió a sus grandes santos. Chicas y chicos, por favor, no se desarraiguen"...

Como dijo el Papa Francisco al concluir la misa en Las Palmas, aquí en Lima: “Tierra de esperanza por los jóvenes, los cuales no son el futuro, sino el presente de Perú. A ellos les pido que descubran en la sabiduría de sus abuelos, de sus ancianos, el ADN que guió a sus grandes santos. Chicas y chicos, por favor, no se desarraiguen. Abuelos y ancianos, no dejen de transmitir a las jóvenes generaciones las raíces de su pueblo y la sabiduría del camino para llegar al cielo. A todos los invito a no tener miedo a ser los santos del siglo XXI”.

Catalina Lapel