Un cuadro del beato Álvaro del Portillo en la madrileña iglesia de San José

Ayer, fiesta del Beato Álvaro del Portillo, se celebró una Misa Solemne en la céntrica iglesia de San José de Madrid, a la que asistieron cientos de fieles. La celebró el Vicario Regional de la Prelatura en España, Mons. Ramón Herrando.

Fotos del reportaje: Alberto Gallego

Previamente Mons. Herrando bendijo el cuadro, que quedó expuesto durante la ceremonia en la parte derecha del ábside. Se trata de una pintura de grandes dimensiones, obra del pintor sevillano Ángel Guillermo Martínez Escolar. Después de la Misa quedó instalado en el templo.

Don Ramón Herrando incensando el cuadro del Beato Álvaro.

En esta parroquia, situada en la esquina de la calle de Alcalá con la Gran Vía, fue bautizado el Beato Álvaro del Portillo el 17 de marzo de 1914. Miles de personas han sido bautizados en esa Pila Bautismal. Entre ellos, además del Beato Álvaro, la Iglesia honra a Santa María Micaela y a la Beata Nazaria Ignacia March. El cuadro, pues, deja constancia de la vinculación del Beato Álvaro con la iglesia de San José.

Fachada de la Iglesia de San José en la calle Alcalá, esquina Gran Vía.

En la homilía, Mons. Herrando destacó como la vida del beato Álvaro “ha sido un constante marcar el camino de los que dependían de él y su ejemplo se ha convertido en guía para ir a Dios”. Más adelante afirmó que “la vida del beato Álvaro sólo se puede comprender a la luz de la vida y enseñanzas de San Josemaría”. Aludió a un texto que meditó muchas veces, recogido en el libro Forja: Fíjate bien; hay muchos hombres y mujeres en el mundo y ni a uno solo deja de llamar el Maestro. Les llama a una vida cristiana, a una vida de santidad, a una vida de elección, a una vida eterna. Tras recordar su acendrada vida eucarística y su amor al sacramento del Perdón y las Misericordia, terminó pidiendo a la Santísima Virgen que nos ayude a vivir con plenitud nuestra vida cristiana y citó unas palabras del Papa Francisco con motivo de la Beatificación de D. Álvaro, en las que decía que el mensaje que nos envía el Beato es bien claro: “Nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo a ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad”.

Cuadro del Beato Álvaro del Portillo en la capilla de la Santa Cruz, en la Iglesia de San José.

La Iglesia de San José es un templo del siglo XVIII, ubicado en la calle Alcalá esquina con la calle Gran Vía; obra del arquitecto Pedro de Ribera, con planta de cruz latina y bóveda de cañón decorada con frescos de gran calidad, aunque algo deteriorados por el tiempo.

El cuadro del beato Álvaro es obra del pintor sevillano Ángel Guillermo Martínez Escolar.

El templo destaca sobre todo por sus imágenes: se venera una magnífica talla de San José, joven y esbelto, como le gustaba a San Josemaría, con el Niño, obra del escultor Juan Salvador Carmona; una imagen de la Virgen del Carmen en el altar mayor, de Roberto Michel; y en una capilla lateral, un Cristo yacente, con la policromía original barroca, de Juan Sánchez Barba. Pero la imagen más venerada de todas es la del Cristo del Desamparo, de Alonso de Mena, una joya de la imaginería clásica española, expirante, tenso y clásico, pero sereno, con una gran devoción entre los fieles.