El trabajo en la espiritualidad de san Josemaría

Artículo de Carlos Salord en Diari Menorca sobre un aspecto central en el mensaje del fundador del Opus Dei.

Diari Menorca El trabajo en la espiritualidad de san Josemaría

El pasado veintiséis, festividad de San Josemaría Escrivá, el obispo, Mons. Conesa, celebró una misa solemne en la parroquial iglesia de san Francisco de Ciutadella. Con tal motivo creo oportuno destacar un aspecto de la espiritualidad del santo, fundador del Opus Dei, que ha sido considerado como el santo de la vida ordinaria: el trabajo. A tal efecto nada mejor que sea él mismo quien lo explique recogiendo una respuesta a un periodista en una entrevista realizada en 1967 y recogida en el libro “Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer” (1968).

Periodista.- Usted viene diciendo y escribiendo desde hace años que la vocación de los laicos consiste en tres cosas: “santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás con el trabajo”. ¿Podría precisarnos qué entiende usted exactamente por lo primero: santificar el trabajo?

San Josemaría.- “Es difícil explicarlo en pocas palabras, porque en esa expresión están implicados conceptos fundamentales de la misma teología de la Creación. Lo que he enseñado siempre -desde hace cuarenta años- es que todo trabajo humano honesto, intelectual o manual, debe ser realizado por el cristiano con la mayor perfección posible: con perfección humana (competencia profesional) y con perfección cristiana (por amor a la voluntad de Dios y en el servicio de los hombres). Porque hecho así, ese trabajo humano, por humilde e insignificante que parezca la tarea, contribuye a ordenar cristianamente las realidades temporales -a manifestar su dimensión divina- y es asumido e integrado en la obra prodigiosa de la Creación y de la Redención del mundo: se eleva así el trabajo al orden de la gracia, se santifica, se convierte en obra de Dios.

Al recordar a los cristianos las palabras maravillosas del Génesis -que Dios creó al hombre para que trabajara- nos hemos fijado en el ejemplo de Cristo, que pasó la casi totalidad de su vida terrena trabajando como un artesano en una aldea. Amamos ese trabajo humano que Él abrazó como condición de vida, cultivó y santificó. Vemos el trabajo -en la noble fatiga creadora de los hombres- no solo uno de los más altos valores humanos, medio imprescindible para el progreso de la sociedad y el ordenamiento cada vez más justo de las relaciones entre los hombres, sino también un signo del amor de Dios a sus criaturas y del amor de los hombres entre sí y a Dios: un medio de perfección, un camino de santidad.

Por eso, el objetivo único del Opus Dei ha sido siempre ése: contribuir a que haya en medio del mundo, de las realidades y afanes seculares, hombres y mujeres de todas las razas y condiciones sociales, que procuren amar y servir a Dios y a los demás hombres en y a través de su trabajo ordinario”.

El sentido de la vocación de los laicos -como entiende san Josemaría- que, para ser agradables a Dios santifican el trabajo y se santifican trabajando, constituye, no cabe duda, una de las mayores razones de nuestra esperanza al poder dar relieve sobrenatural a nuestra vida ordinaria de cada día.

Carlos Salord, Advocat

Carlos Salord

Diari Menorca