Testimonios públicos de judíos sobre San Josemaría

Testimonios públicos de judíos sobre San Josemaría.

A) Testimonio de Viktor E. Frankl

Judío, prestigioso psiquiatra y autor del libro “El hombre en busca de sentido", donde relata sus terribles experiencias en un campo de concentración nazi

Debo al profesor Torelló que Monseñor Escrivá de Balaguer nos recibiera a mí y a mi mujer, y el haber tenido así ocasión de hablar con él un rato.

Si debo decir lo que de su persona me fascinó particularmente fue ante todo la serenidad refrescante que de él emanaba e iluminaba toda la conversación; después, el ritmo inaudito con que su pensamiento fluye y, finalmente, su asombrosa capacidad de contacto inmediato con sus interlocutores. Evidentemente Monseñor Escrivá vivía totalmente en el instante, se abría a él completamente y se entregaba a él del todo. En una palabra, para él debía poseer el instante todas las cualidades de lo decisivo ('Kairos-Qualitätem')

Viktor E. Frankl, Viena, 5-VIII-1975

B) Testimonio de Julian L. Simon

Judío, profesor de Administración de Empresas en la Universidad de Maryland, doctor Honoris Causae por la Universidad de Navarra.

Se trata de una carta (22-IX-1997) dirigida al Editor del Washington Post Book World, a raíz de la reseña de la versión inglesa del libro de María del Carmen Tapia. Traducimos algunos párrafos:

Las personas del Opus Dei que conozco, nunca me han preguntado por mis creencias religiosas. Creo adivinar dos razones para su comportamiento: 1) la delicadeza, porque saben que soy judío; y 2) la sensación de que soy una persona irreligiosa por naturaleza. Ellos simplemente me tratan como una persona de bien que les ha provisto de unos conocimientos científicos que encuentran valiosos. (...)

La mayoría de esas personas deslizan en ocasiones una consideración espiritual que yo no comparto. Pero esa espiritualidad no se ve diferente que la exhibida por muchas personas religiosas que conozco de diversas denominaciones.

C) Rabino Prof. Angel KREIMAN BRILL

Presidente de la Confraternidad Judeo-Cristiana de Chile y delegado para Hispanoamérica del International Council of Christian and Jews.

Es un rabino, cooperador del Opus Dei. Publicó un libro (La Iglesia dialoga con la sinagoga) que quiso presentar en el Congreso sobre el centenario del nacimiento de San Josemaría Escrivá, que organizó la Universidad Austral de Argentina el 29 de junio. El libro fue presentado por el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.

Ángel Kreiman es argentino y vivió en su tierra hasta el fallecimiento de su esposa Susy en el atentado contra la sede de la AMIA, Institución central de la Comunidad Judía de Argentina. Kreigman vive actualmente en Chile, donde fue Gran Rabino durante veinte años.

Además de abogado y doctor en jurisprudencia, el autor es «doctor honoris» causa en Teología por el Seminario Teológico de América.

Cuando le preguntan a Kreiman Brill por qué es cooperador del Opus Dei, el rabino contesta: «Me motiva de manera especial la idea de santificar el trabajo y hacer presente a Dios, en cada una de nuestras actividades tratando de perfeccionarnos y perfeccionar la obra del Creador por ser nosotros cooperadores o socios de Dios en la obra de la creación».

A continuación, transcribimos el contenido de su intervención "El trabajo santo y la santidad del trabajo".

El Señor Todopoderoso se manifestó como Creador de la Humanidad haciendo su trabajo durante seis días. Según la tradición de Israel, el instrumento de trabajo con que realizó su labor es su Verbo, la Torah, anterior a la Creación misma, pero esencia del Creador. Toda la Creación fue hecha para goce y regocijo del ser humano, que lleva la imagen y semejanza de Dios. Y la obra del Creador finalizó con la creación del descanso llamado Shabbat. “Se trabajará seis días, pero día séptimo será día de descanso completo, dedicado a Yahveh... Los hijos de Israel guardarán el sábado y lo celebrarán por todas las generaciones... Será entre mí y ellos una señal perpetua, pues en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, y el séptimo día cesó en su obra y descansó" (Éxodo, XXXI, 15-17).

Como precepto más sagrado de la religión judía, la observancia del descanso sabático está basada, pues, en el deber de trabajar durante seis días, los mismos que había durado la Creación. Según el Génesis, Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cuidase y cultivase. Por tanto, considerado en su origen, el trabajo no es un castigo, sino un deber que lleva consigo la bendición divina.

Esto es lo mismo que nos dice Mons. Escrivá de Balaguer en el número 482 de su libro Surco: “El trabajo es la vocación inicial del hombre; es una bendición de Dios, y se equivocan lamentablemente quienes lo consideran un castigo. El Señor, el mejor de los padres, colocó al primer hombre en el Paraíso 'ut operaretur', para que trabajara".

Cuando el cuarto precepto del Decálogo dispone (Ex. XX, 9 y s.): “Seis días trabajarás, y en ellos harás todas tus obras; pero el séptimo día es día de descanso, consagrado a Yahveh, tu Dios", está dejando muy claro que no es posible cumplir con el precepto del Shabbat si no se ha cumplido antes el deber de trabajar.

Cumplir bien este deber es tanto como santificar el trabajo, y con ello actuar el hombre según su condición de imagen y semejanza de Dios. Así lo explica también el Beato en el núm. 520 del mismo libro: “Algunos se mueven con prejuicios en el trabajo: por principio, no se fían de nadie y, desde luego, no entienden la necesidad de buscar la santificación de su oficio. Si les hablas, te responden que no les añadas otra carga a la de su propia labor, que soportan de mala gana, como un peso. –Ésta es una de las batallas de paz que hay que vencer: encontrar a Dios en la ocupación y -con Él y como Él- servir a los demás".

En hebreo, la palabra correspondiente a “trabajo" –avat– se aplica también al culto religioso; de tal manera que entendemos la adoración como trabajo santo, y el trabajo mismo como santa adoración. En Pirke Avot, el tratado ético del Talmud, Rabi Shimon el Justo dice: “Sobre tres pilares se sostiene el mundo: la Torah [Ley, Luz, Verbo Divino, Pentateuco]; la Avoda [trabajo, culto divino, servicio], y la práctica del bien entre los hombres". Este principio talmúdico nos está dejando claro que el verdadero servicio a Dios se logra a través de la santificación del trabajo diario.

Por su parte, el Beato relaciona el trabajo con la oración cuando en Surco, núm. 497, dice: “Trabajemos, y trabajemos mucho y bien, sin olvidar que nuestra mejor arma es la oración. Por eso, no me canso de repetir que hemos de ser almas contemplativas en medio del mundo, que procuran convertir su trabajo en oración".

En otro párrafo del tratado antes citado, Rabi Tarfón escribe: “El día es corto; el trabajo, inmenso; los obreros, indolentes; el salario, considerable, y el Empleador [divino], exigente". Por ello se entiende que Mons. Escrivá de Balaguer diga en el núm. 49 de Forja “Cualquier trabajo, aun el más escondido, aun el más insignificante, ofrecido al Señor, ¡lleva la fuerza de la vida de Dios!".

Queda claro, por tanto, que el hombre es socio de Dios en la Creación, y continúa Su obra mediante su trabajo diario. Como conclusión, debemos entender que, si bien son mucho los conceptos del Beato basados en la tradición talmúdica, que muestran su profundo conocimiento de lo judío y su “amor apasionado", como él decía, por Jesús y María, lo que acerca más al Opus Dei al Judaísmo religioso es, indudablemente, la vocación de servir al Dios Creador por medio del trabajo creativo del hombre, y perfeccionar cada día la obra del Creador a través del perfeccionamiento del hombre en su trabajo.

D) Simón Hassán Benasayag

Presidente de la Comunidad Israelita de Sevilla en 1992

Palabras publicadas en el ABC de Sevilla, el 12 de enero de 1992, pag. 40, en un artículo que llevaba como título “Respeto a la verdad":

“Parecía que ya no se podría decir nada nuevo sobre el Opus Dei y la invención del nazismo o antisemitismo del fundador alcanza las cumbres más altas de la fantasía. Por lo que me consta, el fundador del Opus Dei no habló nunca mal de los judíos; está claro que a monseñor Escrivá se le quiere identificar, aprovechando la noticia de su beatificación, con el nazismo y posturas ideológicas de este signo".

E) Ben Haneman

Médico y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de New South Wales. Actualmente, vive en Sidney, Australia.

“Por ser judío, creo en Dios y, por tanto, en el hombre y su espiritualidad. Cualquier iniciativa guiada por motivos espirituales más que materiales, tiene automáticamente mi ayuda. En las labores educativas promovidas por personas del Opus Dei encontré hombres y mujeres preparados que desempeñan su trabajo con este fin: inyectar vida espiritual a este mundo nuestro. Congenio muy bien con este ideal. Ser cooperador ha sido para mí una gran ayuda, mi vida se ha enriquecido y no me ha supuesto ningún problema con respecto a mi condición de judío".