El poder de una sonrisa

Obituario sobre Teresa Cardona Soriana (1975-2019), escrito por su hermano Juan.

La Vanguardia El poder de una sonrisa (PDF)

Obituario publicado por su hermano Juan, en La Vanguardia.

Teresa fue la pequeña de una familia de siete hermanos. Nació en la Clínica Santa Madrona de la calle Aragó. Estudió en el colegio Canigó, del que más tarde sería profesora y subdirectora de ESO durante 13 años. Al alcanzar la mayoría de edad se incorporó al Opus Dei como numeraria. Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Navarra.

Dicen que la cara es el espejo del alma. En el caso de Teresa, su cara era una enorme sonrisa, la que estos días ha cautivado a miles de personas de todo el mundo que la han conocido a través de los medios de comunicación. Los que la conocimos bien, sabemos lo que había detrás de esa sonrisa: una vida de servicio a los demás, movida por su gran amor a Dios y a las personas más necesitadas.

Dicen que la cara es el espejo del alma. En el caso de Teresa, su cara era una enorme sonrisa

Su profunda confianza en Dios ha sido el hilo conductor de su vida: en la formación de adolescentes, en la atención a las familias, en el cariño con el que cuidaba a sus padres y en la convivencia diaria. De ahí venían su humildad, generosidad y alegría, con las que ha arrastrado a tantas personas, siempre de forma anónima y sin llamar la atención, como una más.

Y por eso fundó en el 2018 con una economista de Costa de Marfil el proyecto de voluntariado Anitie Kossobe, para que sus alumnas de bachillerato y las universitarias del Col·legi Major Bonaigua, donde vivía, aprendieran a comprometerse con proyectos a favor de los demás y, como futuras profesionales, crecieran en responsabilidad social.

Fue precisamente al poco de llegar al país africano cuando falleció en un accidente de tráfico. Viajaba con un grupo de 27 voluntarias entre la capital, Abiyán, y Yamusukro, donde iban a rehabilitar un edificio y aplicar un plan educativo en la escuela pública Ebenezer. El microbús en el que viajaba volcó como consecuencia, todo parece indicar, de la explosión de una rueda. Unos días antes de este viaje, Teresa había dejado la subdirección de la ESO –aunque seguía de profesora– en el colegio Canigó, para dedicar más tiempo a las residentes del colegio mayor y a la atención de nuestros padres, de avanzada edad. Estaba muy ilusionada con esta nueva etapa. La última vez que la vimos fue una semana antes de su muerte, en la boda de un familiar. Estaba especialmente feliz, llena de planes de futuro.

Fundó un proyecto de voluntariado en Costa de Marfil para que sus alumnas crecieran en compromiso social

Son cientos de anécdotas que podríamos contar de Teresa. Aunque en realidad fue una mujer totalmente normal, como tantas mujeres y hombres que nos rodean que tienen una vocación de servicio a los demás. El homenaje a Teresa es el homenaje a las mujeres y hombres comprometidos con la construcción de un mundo mejor a través de las actividades ordinarias y discretas del día a día.

Las trágicas circunstancias de su fallecimiento han proyectado a Teresa como un ejemplo para todos de servicio y atención a los demás. Y sobre todo del poder de una sonrisa, ese espejo del alma, que recordaremos siempre su familia y sus amigos.