Torreciudad, un baño de serenidad y paz

Un periodista relata su experiencia en el nuevo espacio de Torreciudad "que nos guía a través de las tecnologías al camino íntimo en el que formular preguntas y encontrar respuestas".

Diario del AltoAragón "Vive la experiencia de la fe", un reencuentro con nuestras esencias

La humildad, el trabajo, el sacrificio y el amor te enseñarán el camino hacia Él. No lo tomen como una cita textual, porque acaso es apenas -y ni más ni menos- la expresión que queda incrustada en la memoria inmediatamente después de apreciar el "vídeo mapping" que da luz y palabra, verdad y vida ya tenía desde su origen, al retablo del Santuario del Siglo XXI que es Torreciudad. El final de la serena fascinación que ocasiona, en la emoción y el raciocinio, el recorrido por el templo después de haber recorrido el trazado de la mano de la Virgen que, en medio de la decoración navideña, arranca en el espacio "Vive la Experiencia de la fe", un lugar en el que encender la mecha de la trascendencia y de alumbrar las respuestas a nuestras propias vidas.

Torreciudad se ha transformado siendo fiel a su propia esencia, la que define una tradición milenaria, la Virgen y su ermita, proyectadas a lo largo de los siglos pese a los avatares variados en los que la adversidad no ha estado ausente. Como asegura Antonio Quintana, director de Desarrollo, el actual santuario no es sino la proyección de una devoción de diez centurias, y cuando se disfruta dentro no es, exclusivamente, teología sino fundamentalmente pura antropología. "El Opus Dei lo que ha hecho es darle un sentido pastoral".

La adaptación recientemente estrenada del Santuario de Torreciudad obedece a la necesidad de incorporar los usos del siglo XXI para que no sólo los peregrinos católicos, sino todos los visitantes puedan entender los mensajes, que son a la par, en un prodigio multidimensional, sobrenaturales y profundamente humanos, pegados a la tierra y proyectados hacia la eternidad.

Las nuevas tecnologías, puestas al servicio del mensaje y de la imagen, contribuyen a una vivencia íntima en el espacio "Vive la experiencia de la fe". En el ámbito uno, San Juan pregunta si nos hemos planteado qué es el infinito, una idea que nos sobrecoge porque todo es finito. El apóstol más próximo a Jesús nos guía a través de una imagen doble (en una él, en la otra un vídeo panorámico) por la corriente de un pensamiento que discurre por paisajes urbanos y el desierto (de los Monegros, por cierto), por conceptos filosóficos sobre la razón de ser y sobre la perspectiva de las personas. "La complejidad de la vida no puede ser una casualidad". La figura de la madre brota en escenas contemporáneas y se entona un canto a la belleza de existir y a la libertad, porque, sin ella, la vida pierde sentido.

El dos llega precedido de las palabras de Jesucristo en la Cruz: "Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre", explica a San Juan, que prosigue el relato en este ámbito, el más nítidamente dedicado a la figura materna. Sobre una pasarela blanca, un mueble concebido y realizado por el oscense Julio Luzán, la virgen emerge como la madre de toda la humanidad. Todos los personajes, en un blanco de pureza emocional, se dirigen hacia ella. Personas anónimas que simbolizan la universalidad y la diversidad del amor maternal en todas las etapas de la vida. Ella recibe a su hijo con los brazos abiertos. En el muro, se proyectan las historias de esos personajes, como un abuelo y un nieto que concurren para practicar el voluntariado, una doctora rendida por su abnegado trabajo que toma el aliento de la Virgen para continuar y otra serie de cuitas cotidianas de las esculturas que arrancan en movimiento con el auxilio audiovisual. La palabra acaricia al visitante, que se siente concernido e identificado. "Todo va directo al corazón para despertar la neurona", señala Antonio Quintana.

El tercer ámbito, tremendamente interactivo, ofrece al protagonista de la experiencia la oportunidad de examinarse hacia fuera y hacia dentro. Es la hora de las bienaventuranzas y de los mandamientos, de constatar el conocimiento y también de rescatar las exigencias que le dio Dios a Moisés, además de la identificación de la pureza del corazón que define el fin último de los actos humanos. En la parte izquierda de este panel, un mapa con las apariciones de la Virgen en todo el mundo acreditadas por la Iglesia, en España exclusivamente la del Pilar.

El ámbito cuarto tiene una fuerza descomunal. Unas gafas tridimensionales nos introducen en otro mundo, el de la muerte de Jesús en la Cruz y la resurrección por los seres humanos. La mayor muestra de amor. San Juan se acerca al receptor y le explica la importancia del sacrificio y del amor. Escenas angustiosas y emocionantes, rayanas en un hiperrealismo sobrecogedor, el Cristo sufriente: el valor de la entrega a los demás.

En el quinto, el de la Última Cena, nos sentamos Nacho Bernad y yo a la mesa. Nos miran José Antonio Pérez y José Alfonso Arregui, estudiando nuestras reacciones. Hay platos para la familia que comparte las peripecias del día. La voz nos habla del amor al prójimo y nos invita a que hagamos no ya una profesión de fe, sino a que firmemos metafóricamente un compromiso de entrega: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado".

El espacio "Vive la experiencia de la fe" deja una huella profunda, un aluvión de reflexiones, un baño de serenidad y paz, mucha paz.

Asegura Josep María Herms, director creativo del Proyecto Torreciudad, que Playmedia ha utilizado las herramientas de la mercadotecnia aplicadas no ya a un producto o un servicio, ni siquiera a cincelar una vivencia, sino a toda una experiencia de vida.

El fin del recorrido -otro día habrá para el espacio expositivo- concluye sentados ante el gran retablo, que a través de un "vídeo mapping" cobra voz y vida, la tecnología que respeta y potencia la esencia de esta pieza en los templos, un auténtico libro escultórico de la historia sagrada. Una representación filosófica a través de la conversación entre la Virgen y San Josemaría. La existencia se articula en torno a las respuestas después de las preguntas, en torno a conceptos como el perdón y la confesión, dejando abiertas las contestaciones al propio visitante.

En el juego de luces y de palabras, el amor desliza escena tras escena, asimilables a la vida de cualquier persona. En el Retablo "que te cuenta", los desposorios de la virgen, la Anunciación, la Visitación de María a Santa Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Huida a Egipto, el taller de José, la Crucifixión y la Coronación.

El diálogo entre el santo fundador del Opus Dei y artífice del Santuario y la Virgen explica con la lectura entre líneas los fundamentos de la Obra, su infatigable amor a la Madre, la sublimación del trabajo para la vida cristiana y el compromiso con el territorio sobre el que, desde la ermita primigenia, alza al cielo la gran edificación. La frase final revela la voluntad del barbastrense: la humildad, el trabajo, el sacrificio y el amor te enseñarán el camino hacia Él. No me atrevo a asegurar su textualidad, sí su sentido.

Detrás quedan las cuestiones técnicas, el escaneo milimétrico del retablo, la ligereza y transparencia del velo que evoca la pieza de nuestro gran Julio Luzán, la consulta a historiadores,... Todo forma parte de un plan estratégico que ha metamorfoseado otros espacios como la antigua oficina de turismo, "Una devoción milenaria". Decenas de miles de turistas ya han vivido la experiencia que, de paso, genera dinamismo y riqueza en el entorno.

Javier García Antón

Diario del AltoAragón