Santiago de Cárdenas. un traumatólogo volcado en los demás

Obituario del Dr. Santiago de Cárdenas, traumatólogo. Perteneció al Opus Dei desde 1972 y colaboró, entre otras muchas iniciativas, en los inicios del Hospital Monkole en Kinshasa.

ABC Traumatólogo volcado en los demás (Descarga en PDF)

EL 19 de junio fallecía el Dr. Santiago de Cárdenas, traumatólogo, padre de familia envidiable, amigo excepcional y profundo creyente.

Coincidimos en 1956, durante el 4º curso de Medicina, cuando entramos en la Clínica de la Concepción con el profesor Carlos Jiménez Díaz, con otros 12 compañeros, siendo, de alguna forma, el germen de lo que posteriormente fue la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma. Santi era el número uno de aquel grupo.

Al terminar la carrera, con un resultado excepcional, se desplazó a la Universidad de Oxford para continuar la especialización que ya había iniciado en San Sebastián con su padre, el doctor Manuel de Cárdenas, y que continuó en Inglaterra con el prestigioso profesor Trueta. Allí coincidimos haciendo la especialidad, en mi caso de Otorrinolaringología. Después ejerció la traumatología en su ciudad natal, con un gran prestigio.

Para mí fue excepcional el trato que tenía con los pacientes, con sus amigos, conocidos y personas necesitadas. Fue 15 años médico de la Hospitalidad de Lourdes. Perteneció al Opus Dei desde 1972 colaborando, entre otras muchas iniciativas, en los inicios del Hospital Monkole en Kinshasa, Congo.

Trabajó en el Instituto Social de la Marina, la Cruz Roja, la Policlínica de San Sebastián, la Mutua de Accidentes, participando en comités médicos y éticos. Mantuvo continuamente su formación, viajó a Estados Unidos para aprender de los mejores especialistas, compartiendo con su equipo todo lo que allí aprendía.

Tuvo siempre una especial y ejemplar relación con sus compañeros de profesión en España y en el extranjero. Defendió su tesis doctoral en 1982, cuando ya tenía once hijos, dirigida por el doctor Cañadell, de la Clínica Universidad de Navarra. Tuvo siempre un interés especial en la defensa de la vida, y se volcó en la formación de la profesión de enfermería, y de la juventud, como promotor del colegio Erain-Eskibel.

Se casó en 1961 con María José del Carre, madre de sus trece hijos, que ha sido la guía y dirección en toda su vida. Su dedicación a cada uno de sus hijos llamaba la atención. Optimista nato, era consciente de que la ayuda le venía de Dios, viviendo siempre con una gran paz, amor y alegría. Tenía un sentido religioso muy profundo y una gran fe. Falleció el día del Sagrado Corazón de manera repentina, al rezar sus oraciones antes de acostarse.

Fue él quien me presentó a su hermana, María Rosa, que fue posteriormente mi mujer. Como los dos decían, aprendido de los labios de su madre, «Gracias, Señor, por tanto favor». Gracias, Santi, y vela por nosotros. ¡Eres un gran intercesor!

Lorenzo Rubio Morales

ExJefe de Servicio de Otorrinolaringología del Ruber Internacional