El primer proyecto de San Josemaría en aquel período fue reconectar con las almas que venía tratando en Madrid, consciente de que Dios las había puesto cerca de él para que fueran la base de la difusión de su mensaje: la llamada universal a la santidad y al apostolado. Buscó recuperar el trato con cada uno y encender a todos espiritualmente de nuevo.

Lógicamente el siguiente proyecto era la instalación de una nueva residencia en Madrid —pues Ferraz 16 había quedado destruida— y la apertura de las de Valencia y París. Al comenzar, en 1939, la Guerra Mundial, tuvo que posponer París, pero en Valencia se comenzó nada más terminar el conflicto civil. Luego seguirían Bilbao, Santiago, Zaragoza, Barcelona, Valladolid, Granada, Sevilla. Más tarde Portugal, Francia, etc.

En esos meses en Burgos empezó a buscar libros para la biblioteca de la residencia de Madrid. Promovió una carta circular firmada por un buen grupo de catedráticos y personalidades de prestigio españolas y extranjeras que avalaban su petición de libros.

También impulsaba a los estudiantes que estaban en el frente de guerra a poner empeño en el aprendizaje de idiomas. Todos los ideales que llevaba en su alma en 1936 seguían en pie. Se irían poniendo en marcha, poco a poco, al paso de Dios.

Como decía el Prof. Jiménez Vargas: “Lo que sí puedo asegurar es que, cuando me hablaron del planteamiento de la Universidad de Navarra, casi veinte años después, no me sorprendió nada porque era idea conocida. Desde que comenzó la Universidad de Navarra, multitud de personas han tenido ocasión de oír directamente del Padre explicaciones muy claras y terminantes sobre lo que son estos centros, y lo que me parece importante resaltar es que estas ideas son las mismas que en el año 1933”[1].

A. VÁZQUEZ DE PRADA,El Fundador del Opus Dei, ed. Rialp, Madrid 2002, Vol. II, pp. 380-417.

[1] Testimonio de Juan Jiménez Vargas, AGP, RHF, T-4152, p. 7