Una profesora de química será beatificada el próximo mes de mayo

“¿Qué nos dice Guadalupe al Pueblo de Dios? Lo apasionante de Guadalupe es que consiguió lo que nos propone el Papa Francisco en su exhortación apostólica Gaudete et exsultate: ser una mujer que ha llegado a la santidad siendo profesora de Química”.

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Con estas palabras, el Vicepostulador de la Causa de Canonización de Guadalupe Ortiz de Landáruzi, José Carlos Martín de la Hoz, describió algunas características de la vida de esta mujer, que será beatificada el próximo 18 de mayo en el Palacio Vistalegre de Madrid.

José Carlos Martín de la Hoz visitó Guadalajara el pasado viernes, donde mantuvo una charla-coloquio con Benigno Blanco, a la que asistieron más de 100 personas, en el salón de actos del Centro Cultural Ibercaja.

Guadalupe Ortiz de Landázuri nació en Madrid el 12 de diciembre de 1916. En 1933 se matriculó en la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad Central. Era una de las cinco mujeres de una clase de setenta. Más tarde, empezó el doctorado.

Durante la Guerra Civil Española, su padre fue hecho prisionero y, finalmente, condenado a ser fusilado. Guadalupe, que tenía entonces 20 años, pudo despedirse de él horas antes de su muerte y darle serenidad en esos duros momentos. Perdonó de corazón a los que habían decidido la condena de su padre.

A principios de 1944 conoció al Fundador del Opus Dei. Ese encuentro fue el descubrimiento de la llamada de Jesucristo a amarlo sobre todas las cosas a través del trabajo profesional y de la vida ordinaria: ese era el mensaje que Dios quería recordar a los hombres sirviéndose del Opus Dei.

En 1950, por invitación de san Josemaría Escrivá, fue a México para llevar el mensaje del Opus Dei a esas tierras. Se matriculó en el doctorado de Ciencias Químicas, que había empezado en España. Allí puso en marcha una residencia universitaria. Fomentaba en las residentes que tomaran en serio su estudio y abría horizontes de servicio a la Iglesia y a la sociedad. Destacaba su preocupación por los pobres y ancianos.

Entre otras iniciativas, creó con una amiga —médico de profesión— un dispensario ambulante: iban casa por casa en los barrios más necesitados, pasando consulta a las personas que allí vivían y facilitándoles los medicamentos gratuitamente. Impulsó la formación cultural y profesional de campesinas, que vivían en zonas montañosas y aisladas del país y que muchas veces no contaban con la instrucción más básica.

Durante los años que estuvo en México fue una de las impulsoras de Montefalco, una ex hacienda colonial que entonces estaba en ruinas y que hoy es sede de un centro de convenciones y de dos instituciones educativas: el Colegio Montefalco y la escuela rural El Peñón.

En 1956 se trasladó a Roma para colaborar más directamente con san Josemaría en el gobierno del Opus Dei. En ese año se desatan los primeros síntomas de una afección cardíaca y debe ser operada en Madrid. A pesar de la buena recuperación, su cardiopatía se hace más grave y debe regresar definitivamente a España.

Retoma la actividad académica y empieza una investigación sobre refractarios aislantes y el valor de las cenizas de la cascarilla de arroz para los mismos. Este trabajo ganó el premio Juan de la Cierva y concluyó en una tesis doctoral. A la vez, desarrolló su tarea docente como profesora de Química en el Instituto Ramiro de Maeztu durante dos cursos, y en la Escuela Femenina de Maestría industrial —de la que llegó a ser subdirectora— durante los diez años siguientes.

A partir de 1968 participa en la planificación y puesta en marcha del Centro de Estudios e Investigación de Ciencias Domésticas (CEICID), del que será subdirectora y profesora de Química de textiles. Quienes coincidieron con ella recuerdan que era más comprensiva que exigente con las personas. Tenía muchas amistades, a las que dedicaba tiempo y sus mejores energías.

A pesar de su enfermedad cardíaca, Guadalupe no se quejaba y procuraba que no se notase el cansancio que le producía caminar, subir escaleras, etc. Se esforzaba por escuchar con interés a los demás y quería pasar inadvertida, buscando centrar la conversación en los otros.

En 1975 es operada. Aunque el resultado de la operación fue satisfactorio, cuando estaba recuperándose sufrió una repentina insuficiencia respiratoria. Murió el 16 de julio de 1975, fiesta de la Virgen del Carmen. El 5 de octubre de 2018 sus restos fueron trasladados desde Pamplona al Oratorio del Caballero de Gracia de Madrid.

Al finalizar el coloquio se proyectaron dos breves vídeos: el primero recoge en cinco minutos una breve semblanza de Guadalupe y el segundo contiene los detalles del milagro aprobado para su beatificación.

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