«No hace falta decir que somos católicos, sino demostrarlo»

Natural de Cartagena, de 21 años, Teresa se prepara en Madrid, con alguna estancia en el extranjero –está a punto de volver de Washington D. C.–, para ser maestra de Educación Infantil y Primaria. Reside en un colegio mayor con más de medio centenar de chicas con las que comparte vida y también fe. Una fe que creció con ella a través del Opus Dei y de las Hijas de la Caridad.

Teresa García López (izquierda) participó, a través de su colegio mayor, en la campaña Painting for Others de Cooperación Internacional. Foto: Teresa García López.

Alfa y Omega «No hace falta decir que somos católicos, sino demostrarlo»

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Hoy no le da miedo a confesar su fe públicamente y le encanta ponerla en práctica dedicando tiempo a los demás. Cree que lo que necesitan los jóvenes hoy en la Iglesia es la escucha, donde conectar con cada realidad.

¿Es difícil ser católica y joven hoy?

Antes pensaba que sí, pero mi mentalidad ha cambiado a raíz de mis experiencias en el extranjero. He tenido la suerte de poder trabajar en Londres y en Washington y me he dado cuenta de que los jóvenes de estos lugares –sean cristianos, judíos, musulmanes…– no tienen miedo de confesar su fe. La base está en el diálogo y creo que es muy enriquecedor escuchar a personas que no piensan lo mismo que tú. De hecho, a veces, con estas conversaciones reafirmo mi fe.

¿Es más difícil en la universidad?

Tengo la suerte de estudiar en una universidad pontificia, así que para mí es fácil. Lo que más me gusta de esta universidad es el ambiente de diversidad y respeto que hay.

¿Y dentro de un colegio mayor?

Hay muchos tipos de colegio mayor y en el que yo resido tenemos la opción de asistir a Misa los domingos y hay un capellán. Tenemos todos los martes una cosa que me gusta mucho. Son meditaciones sobre el Evangelio del día. Hasta el año pasado la meditación estaba a cargo del capellán, pero este curso hemos querido innovar un poco y, a la meditación del sacerdote que nos acompaña, se añade una reflexión que cada semana hace una residente que quiera participar.

El voluntariado tiene para ti un papel muy importante…

Sí. Mi colegio mayor está dividido en comisiones: cultura, deporte, comunicación, voluntariado… El año pasado fui vocal de voluntariado y eso me permitió estar en contacto con la ONG Cooperación Internacional, que nos proporcionaba actividades. Una de ellas fue la campaña Painting for Others. Fuimos a casa de Fonsi, una señora de 66 años con movilidad reducida. Vivía sola y tenía una pensión que no le alcanzaba para terminar el mes. Los voluntarios nos íbamos turnando: mientras unos pintaban otros hablaban con ella y viceversa. Lo que más me gusta de estas iniciativas es que cuando haces cosas por los demás y sales de la casa te vas contenta por dos razones: ayudas a paliar una necesidad material y haces un rato de compañía a personas que pasan mucho tiempo solas.

¿Es un buen gancho para atraer a los jóvenes a la Iglesia?

Sin duda. Te ayuda a recordar que no somos el centro del mundo y que se es más feliz dando que recibiendo. Puede sonar a tópico, pero siento que la sociedad es cada vez más competitiva y los jóvenes no podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino que tenemos que servir; y el voluntariado es una forma de ver a Jesús en el prójimo.

Este año se celebra un Sínodo de obispos sobre los jóvenes. ¿Crees que la Iglesia os atiende bien?

Siempre me he sentido muy bien acogida. Desde mi punto de vista, la clave está en cuidar a cada persona, interesarse por ella, por sus alegrías, sus preocupaciones… Creo que el mundo funciona a base de pequeños gestos que dan lugar a grandes cambios y en mi opinión las diócesis hacen un gran trabajo en ese aspecto. Hace unos días tuve una conversación sobre esto con la familia con la que estoy viviendo en Washington D. C., ya que el obispo de la diócesis de Arlington (Virginia) está realmente involucrado con los jóvenes y no habla de ellos sino con ellos. Creo que ahí está la clave: escuchar y hablar con los jóvenes.

¿Qué habría que mejorar?

Yo diría que la escucha empática.

¿Ayuda el Papa Francisco a llegar a los jóvenes?

Sin duda. Creo que tiene un carisma especial que conecta muy bien con los jóvenes de hoy. Hay una frase que me gusta mucho de él que dice: «Soñá que el mundo con vos puede ser distinto». Los jóvenes tenemos que soñar, ilusionarnos con las pequeñas cosas del día a día y ceder nuestro tiempo a los demás. Muchas veces no hace falta decir que somos católicos sino demostrarlo.

Fran Otero Fandiño

Alfa y Omega