Mi vida en un Colegio Mayor

Haseen S. Aswani, hindú, es estudiante de Farmacia y decana del Colegio Mayor Alsajara de Granada.

Aunque Haseen nació en Las Palmas de Gran Canaria, su familia, de la casta Sindhi, procede de Hyderabad Sind y como tantos otros comerciantes, tuvo que abandonar esa región cuando en 1947 se produjo la separación de India y Pakistán. Hyderabad Sind quedó en el territorio de Pakistán. Y comenzó el éxodo. Los padres de Haseen vivieron primero en Marruecos, y terminaron instalándose en Gran Canaria, integrados en la importante comunidad hindú de Las Palmas, donde ella nació y creció, manteniendo la cultura, las costumbres y la religión de sus antepasados. Estudia ahora 4º de Farmacia y es la Decana del Colegio Mayor Alsajara, donde vive desde que llegó a Granada para matricularse en la Universidad.

Haseen, antes de nada, una curiosidad: ¿qué es ser Decana de un Colegio Mayor?

Pues, básicamente, es actuar como puente entre las colegialas y la dirección del Colegio: estar pendiente de las necesidades y demandas de las residentes, y al tiempo, transmitir a éstas las expectativas del colegio e impulsar, junto con el resto de la Junta colegial, planes, actividades, y proyectos.

¿Por qué decidiste vivir en un Colegio Mayor, y más concretamente, en Alsajara que es obra corporativa del Opus Dei?

Conocí Alsajara a través de la tutora de mi colegio de Las Palmas. Cuando vine a conocerlo con mis padres, nos encantó en cuanto a instalaciones, servicios, etc., pero sobre todo, nos gustó que fuera un colegio pequeño, acogedor. Encontramos el ambiente de familia que para nosotros es tan importante. Al principio, lo primero que se te viene a la cabeza es: ¡amigas! Y te vas haciendo más amiga de las que comparten la habitación contigo, de las vecinas de los cuartos contiguos… También las tertulias de después de comer, me sirvieron para estar con todas las demás, e ir conociéndolas… y nada, así se va haciendo el roce, el cariño. Al final, yo de aquí me llevaré lo más importante: muchas amigas y muy buenas.

Y con el paso del tiempo, esa novata pasó por la Junta colegial y terminó siendo la Decana. ¿Cómo se produce esa evolución personal?

No sé… Recuerdo que recién llegadas, la Decana se dirigía a nosotras, para darnos algún recado o información, pensaba “¡Puf!, ¡qué mayor!” y nunca me veía en ese papel. Poco a poco, te vas implicando, vas pasando de mantener una postura un tanto pasiva, a una actitud de interés por tus compañeras, y de ganas de aportar: a ellas y al colegio, y por lo tanto, de apertura a asumir un papel de más responsabilidad.

Haciendo balance de estos años, ¿qué dirías que has obtenido del colegio?

Muchísimo. Desde aprender a desenvolverme en un lugar distinto a mi casa, a poder centrarme mucho en el estudio y en el mundo de la universidad, gracias a los servicios que presta el colegio. Aquí ponen mucho interés en tu estudio, te motivan para meterte de lleno en la carrera y te lo hacen más fácil con orientaciones, actividades, etc. Además, el ambiente aporta mucho: las tertulias culturales con profesionales de todos los ámbitos, los cursos de libre configuración que se imparten en el propio colegio, las actividades… todo ello formará parte de mi currículo para siempre. Y la convivencia, día a día, con gente de distintos sitios —norteamericanas, mexicanas, chinas, alemanas…— supone el esfuerzo recíproco para que todo el mundo se sienta a gusto. Y eso también es muy enriquecedor.

Lo mismo podría decir de lo personal. En este colegio, la formación religiosa es muy importante y ya seas católica o de otra religión, como es mi caso, la vida en él te ayuda a darte cuenta de que ser joven y estar en la universidad, es perfectamente compatible con vivir tu religión.

En relación con este aspecto, ¿en Alsajara te has encontrado con alguna dificultad para practicar tu fe?

Nunca. Al contrario, en el colegio han mostrado interés por conocer aspectos de mi religión. Y me han facilitado la práctica de costumbres hindúes, por ejemplo, en el terreno de la alimentación.

¿Cómo influye en las personas el ambiente de un Colegio Mayor? 

La gente cambia. En primer lugar, en madurez. Ves chicas que llegan a los 18 años de “su” casa, de convivir con “su” padre, con “su” madre, con “su” comida, con “su” cuarto, con “su, su, su”… y que tienen que dejar el “su” porque van a compartir un cuarto con dos personas más, y baños, y comida… compartirlo todo, porque —esa es la clave—, convivir es compartir. También he conocido a chicas que parecían distantes, altivas, inasequibles, y que a los pocos meses son sociables, y abiertas… A veces es sólo timidez, que se vence porque el ambiente lo propicia.