El documental de un matrimonio maravillosamente normal

La Fundación Beta Films ha editado un nuevo documental sobre la historia de Tomás Alvira y Paquita Domínguez, un matrimonio en proceso de beatificación. Varios hijos del matrimonio y algunos amigos que los trataron muy de cerca relatan que el cariño, la ilusión, la serenidad y el buen corazón formaban parte del ambiente que se vivía en casa de los Alvira.

A través de muchas entrevistas el documental de Beta Films (que también puede verse en losalvira.com) nos va acercando a lo que fue la vida de un matrimonio normal, que transmitió a sus hijos y amigos un ejemplo de vida cristiana en el día a día.

Foto de la familia Alvira Domínguez

Su hija Concha, que actualmente vive en Kenia, deja unos recuerdos muy evocadores: “Yo nunca me acuerdo de mis padres pensando en ellos, sino que cada uno pensaba en el otro y en los demás”.

Varias alumnas de Paquita cuentan sus recuerdos en el documental

Ellos no hacían grandes cosas, sino que enfocaban todo desde el amor

Uno de los personajes más impactantes del documental lo protagoniza Isabel Bueno, una empleada del hogar que trabajó en casa de los Alvira desde muy joven y durante muchos años. Además de describir el ambiente de aquella casa, da alguna clave para entender a este matrimonio: “Ellos crearon una casa normal, con ocho hijos. Pues fíjese, para vestirlos ¿qué les compro?, ¿qué les pongo? Era un matrimonio tan sencillo... Ellos no hacían grandes cosas, sino que enfocaban todo desde el amor”.

Veías cómo se miraban después de 40 años de matrimonio y...

Nos dimos cuenta de que nos querían a nosotros, al conserje de la escuela, a la gente de la oficina; a todo el mundo

Otro matrimonio, mucho más joven que los Alvira, los García Arenillas, por distintas circunstancias tuvieron mucho trato con ellos, y en su entrevista también reflejan el impacto que les causaron: “Este matrimonio, yo creo que quería así a todo el mundo. (...) Porque en algún momento llegamos a pensar: ¡Qué suerte tenemos! ¡Cuánto nos quieren estas personas! Pero nos dimos cuenta de que nos querían a nosotros, al conserje de la escuela, a la gente de la oficina; a todo el mundo”.