Devolver la esperanza a un mundo que la ha perdido

D. Mariano Fazio impartió a finales de octubre una conferencia sobre la evangelización en diálogo con la modernidad, en la presentación del año pastoral de la Diócesis de Getafe, en Madrid.

Mons. Mariano Fazio, vicario auxiliar del Opus Dei, fue invitado a dar una conferencia en la presentación del plan pastoral 2023-2025 de la Diócesis de Getafe, en el Santuario del Cerro de los Ángeles. D. Ginés García Beltrán, obispo de esta diócesis le dio la bienvenida, presentándole ante los asistentes, fieles y responsables de algún ámbito de la pastoral del Getafe. 

Este plan pastoral tiene como referencia el jubileo del Año Santo 2025, que se celebrará en Roma y que lleva por lema “Peregrinos de la Esperanza”. Precisamente el hilo conductor de la conferencia de D.Mariano Fazio fue ese: hacer llegar la esperanza a un mundo que a veces parece que la ha perdido. El vicario auxiliar del Opus Dei se apoyó en las ideas que recogen textos como la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium o la Gaudium et Spes, que refleja varias de las aportaciones más importantes del Concilio Vaticano II. 

 
Destacó cuatro grandes enfermedades del mundo actual, dando una perspectiva del contexto y los retos en los que hay que evangelizar: el individualismo, el hedonismo, la dictadura del relativismo --de la que habló mucho Benedicto XVI, al que citó en varias ocasiones-- y la emergencia social, de la que el Papa Francisco también ha hablado refiriéndose a ella como la “cultura del descarte”. 

En primer lugar, habló del individualismo como algo que nos encierra en nosotros mismos y nos estrecha los horizontes de apostolado: “Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros, que a veces no coincide con nuestras categorías individualistas, con lo cual, tenemos un desafío en superar el individualismo, siempre desde la antropología cristiana, que es evangélica. Si queremos ganar la vida tenemos que darla a los demás”, afirmó.

Para el hedonismo, la segunda enfermedad, puso como ejemplo la búsqueda de placer desenfrenada que se ve en muchas personas, y que más que liberarlas las esclaviza. Mons. Mariano Fazio recordó el drama que suponen las adicciones en todas sus formas, restando libertad y felicidad a la persona, y que muchas veces nacen del propio hedonismo. Recordó la importancia de acompañar a todas las personas, también a los sacerdotes, para sanar las heridas producidas por las adicciones, un drama de nuestro tiempo, lamentablemente muy común.

Cuatro posibles remedios a estas enfermedades 

    Sin embargo no quiso ser pesimista y con los pies en la tierra expuso las que a su modo cuatro posibles remedios a estas enfermedades. Explicó que los cristianos no vivimos alejados del mundo y sus problemas, y por lo tanto estos nos interpelan directamente. Ante esta situación del mundo que nos ha tocado vivir, advirtió sobre la posibilidad de caer en dos extremos: “Uno condenatorio e iracundo que se cierra y rechaza toda la modernidad y es poco dialogante con los problemas del mundo, y por otro lado otro extremo al que le parece todo fantástico, se mimetiza con el mundo y pierde ese ser sal y luz del mundo que dice el Señor”. 

    Para ello hay que levantarse e ir a buscar a la gente, afirmó, no esperar a que vengan. Por ello es importante el celo apostólico, el afán de evangelizar, tema de las catequesis del Papa Francisco en los últimos meses

    Para evangelizar, lo primero es enamorarse de Jesucristo, dijo citando dos frases de la Sagrada Escritura: «Sin mí no podéis hacer nada» (Juan 15, 5) y «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Flp 4, 13).  “Lo primero en la vida espiritual es vivir en gracia de Dios, frecuentar los sacramentos, tener un trato personal con Cristo en la oración. Así transmitiremos nuestro amor. Uno transmite lo que ama. Si llevamos en el corazón al Señor nos saldrá con toda naturalidad”, dijo.

    También expuso la importancia de la coherencia en la vida del cristiano. “El mayor anti testimonio es la incoherencia de vida. Predicar una cosa y luego hacer la contraria”. Para ello apeló a lo que san Josemaría llamaba unidad de vida: “No podemos ser esquizofrénicos, viviendo la vida cristiana por un lado y la vida personal, social o familiar por otro”, y por lo tanto nos deben importar los problemas de la sociedad y nuestros conciudadanos, al mismo tiempo que vivimos nuestra vida de trato con Dios. 

    En tercer lugar recomendó vivir bien las Bienaventuranzas, que “ayudan a sanar las cuatro grandes enfermedades de las que hemos hablado. Darse desinteresadamente a los demás siguiendo el ejemplo del Señor”. También mencionó el desprendimiento, la austeridad, la pobreza y la castidad como una cura para el hedonismo y la insensibilidad ante tanta gente pobre que nos rodea. Por último, recordó la necesidad de tener una buena formación “para discernir la verdad, conocer qué es lo esencial y qué lo accesorio, lo que es dogma de fe de lo que no lo es”. 

    Al finalizar se abrió un turno de preguntas, donde todo el mundo pudo preguntar lo que quisiera, desde el papel de los laicos en la Iglesia, los problemas que afectan a los jóvenes, qué aporta el Opus Dei al diálogo con la modernidad o el secularismo positivo y negativo.