Las primeras catequesis

San Josemaría alentaba a los jóvenes estudiantes que trataba apostólicamente durante los años treinta para que diesen catequesis a los niños más pobres y necesitados del extrarradio de Madrid.

Herrero Fontana participó en esas primeras catequesis: unas se dieron en el barrio de Vallecas y otras en el barrio de Tetuán, adonde acudía José Ramón Herrero los domingos por la mañana. En esa época esos barrios estaba poblado por casas bajas y chabolas donde malvivían miles de familias.

Escribe Salvador Bernal en su libro Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer: “Jenaro Lázaro se enteró en 1930 que además de la labor en los hospitales, el Padre atendía varias catequesis. No localiza bien los nombres exactos de los barrios, pero sí que iba mucho por Vallecas. El 1 de octubre de 1967, Mons. Escrivá de Balaguer volvió de nuevo a Vallecas. Muchas cosas habían cambiado. En el salón de actos de Tajamar, obra apostólica promovida por el Opus Dei, su Fundador rememoró que, cuando tenía veinticinco años, venía mucho por todos estos descampados, a enjugar lágrimas, a ayudar a los que necesitaban ayuda, a tratar con cariño a los niños, a los viejos, a los enfermos; y recibía mucha correspondencia de afecto..., y alguna que otra pedrada.

Y continuaba refiriéndose a Tajamar: Hoy para mí esto es un sueño, un sueño bendito, que vivo en tantos barrios extremos de ciudades grandes, donde tratamos a la gente con cariño, mirando a los ojos, de frente, porque todos somos iguales (...) Soy un pecador que ama a Jesucristo con todas las fuerzas de su alma; me siento muy feliz, aunque no me faltan las penas, porque en este mundo el dolor nos acompañará siempre. Quiero que améis a Jesucristo, que lo conozcáis, que seáis felices, como yo: no es difícil conseguir ese trato. Delante de Dios, como hombres, como criaturas, somos todos iguales (…). Repulsivo es el adjetivo que Juan Jiménez Vargas aplica al modo en que muchas personas vivían –algunas por desidia– en la zona de la catequesis de Tetuán. Él era de familia media, estudiante de Medicina, y de temperamento nada asustadizo, más bien todo lo contrario. Poco después de aquella clase de formación cristiana en el asilo de Porta Coeli, según relata, comenzaron una catequesis en el barrio de Tetuán, que era entonces de los peores de Madrid. Allí comprobó que el Fundador del Opus Dei tenía mucha experiencia en el trato con los niños, sabía hacerles comprender la doctrina y les facilitaba la confesión”.

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