La memoria recuperada de 'Las sinsombrero'

La historia oficial de la Edad de Plata de la cultura española marginó a un grupo de talentosas mujeres que contribuyeron a su brillo de forma decisiva. Escritoras, artistas, dramaturgas, pensadoras y editoras como Rosa Chacel, Maruja Mallo, Teresa León, María Zambrano. Concha Méndez o Ernestina de Champourcín, quedaron en un vergonzante segundo plano, atrapadas e los pliegues de una historia escrita por varones y decididamente antifemenina.

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En un acto de justicia Tania Balló (Barcelona, 1977) rescata en 'Las sinsombrero' (Espasa) la memoria y los avatares de una brillante generación femenina que se reveló contra los corsés sociales, ideológicos y culturales anclados el genoma de una España machista a machamartillo que hace un siglo las condenaba a ser madres y esposas.

Su olvidada rebelión tuvo su símbolo en un gesto tan nimio como revolucionario. Su negativa a llevar sombrero, el complemento obligado para las damas y damiselas de los años veinte y treinta del siglo XX. El gesto fue de la traviesa pintora Maruja Mallo quien junto a Margarita Manso y sus amigos Lorca y Dalí y se liberó con estrépito y pompa de la prenda que "congestionaba" sus ideas en lo que hoy llamaríamos una performance. "Nos apedrearon y llamaron maricones por no lleva sombrero" rememoró la pintora gallega de aquel acto "rebelde y narcisista" escenificado en plena Puerta del Sol a mediados de los locos años veinte.

Fue un primer paso para hacer visibles a unas mujeres "libres y transgresoras, apasionadas y apasionantes" constreñidas en una España en la que el "esencialismo biológico" sentenciaba la desigualdad entre sexos y afirmaba la nula capacidad intelectual del débil género femenino "científicamente", según destaca Balló. Tras la primera guerra mundial surgen y se afianzan en Europa los movimientos feministas. Emerge una mujer segura de su capacidad intelectual y su independencia. La mujer moderna que no quiere ser sumisa que antecede en España a la II Republica. "Se presentaron ante una sociedad que aunque las rechaza, se veía obligada a a mirarlas" dice Balló de unas intelectuales "que en sus obras reflejaron la estética, los hábitos las conquistas y las aspiraciones de independencia y emancipación".

En Madrid se agrupan en torno al Liceo Club Femenino fundado en 1929 por Concha Méndez. Con 115 socias y María de Maeztu en la presidencia, fue la primera asociación feminista española a imagen de Lyceum Club que la sufragista Cosntance Smedley alumbró 1903. En el Liceo se juntaban con las mujeres de la llamada generación del 14. "Discutían pero compartían el fondo, que era lo importante, aunque no la forma. Pero ambas generaciones acabaron en el exilio y ninguneadas por su sexo" dice Balló.

Aquella inquietas y capaces mujeres "están en los retratos de grupo de la Generación del 27, pero se les ignora en los pies de foto", lamenta Balló, que reivindica en su ensayo a una decena de figuras: Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Margarita Gil Röesset, María Teresa León, Maruja Mallo, Margarita Manso, Angeles Santos, María Zambrano, Concha Méndez y Josefina de la Torre, casi todas ausentes también de las antologías, estudios, biografías y memorias sobre el grupo del 27. La dictadura silenció tras la guerra a muchos de los forjadores de la Edad de Plata. Pero para las mujeres ese silencio se convirtió en ignominiosa ignorancia. Los intelectuales exiliados regresan a España y se reivindican ante las nuevas generaciones, pero la España de la Transición rescribe de nuevo la historia en clave masculina.

Lamina el pasado y el legado de aquellas mujeres que participaron sin complejos en la vida intelectual y artística española del primer tercio del siglo XX con obras que rezumaban independencia y libertad, tan protagonistas como los varones del pasado que se reivindicaba y desterradas como ellos. Volvieron a casa "pero, al parecer, la Historia no las esperaba. Ellos volvieron del exilio como héroes, ellas se encontraron con el más profundo de los olvidos. No eran nadie" lamenta Tània Balló, productora y cineasta que fraguó su primera aproximación a' Las sinsombrero' para "recuperar, divulgar y perpetuar" su legado en el documental homónimo que realizó junto a Serrana Torres y Manuel-Jiménez Núñez. Una propuesta de Izquierda Unida permitirá que estas mujeres figuren en los textos educativos y la historia pase del género masculino al neutro. Todo un logro para la autora y valedora de 'Las sinsombrero' feliz de que al fin "sus historias sean de todos y la sociedad les otorgue el lugar que les corresponde". De que se palíe "ese mal endémico de la Historia que es la masculiniziación".

Margarita Manso (1908-1960). Pintora

Hija de modista, ingresó con quince años en Bellas Artes. Se travistió de hombre para entrar al monasterio de Silos. Fue, según Dalí, la única mujer que mantuvo un encuentro sexual con García Lorca, quien le dedicó el poema 'Muerto de amor'. Libérrna y sin fronteras, murió en el exilio. Marga Gil Roësset (1908-1932). Escultora precoz, apadrinada por Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez. Enamorada del poeta y futuro premio Nobel, en 1932 destruyó casi toda su obra y se suicidó. Un día antas entregó a Juan Ramón su diario intimo.

Concha Méndez (1898-1986). Poeta y editora

De familia adinerada, fue novia de Luis Buñuel y amiga de Alberti, Lorca y Maruja Mallo. Viajera solitaria por el mundo, se casó en 1933 con Manuel Altolaguirre, con quien realizó una encomiable labor editorial dando voz a su generación en Cuba, México y España.

Maruja Mallo (1902-1995)

Pintora y transgresora en todos los ámbitos, Ortega y Gasset la invitó a exponer en solitario en 1928. Influenciada por el surrealismo, trató a Magritte, Picasso, Ernst, Miró o de Chirico. Republicana de pro, se exilió en Argentina y EE UU. Regresó en 1965 sin ser nunca tan reconocida como su obra. María Zambrano (1904-1991). Escritora precoz, filósofa y ensayista malagueña, fue alumna de Zurbiri, destacada discípula de Ortega y una del las cima del pensamiento español en el siglo XX. Republicana, tras un largo exilio, a su regreso sería reconocida con los premios Príncipe de Asturias en 1981 y la primara ganadora del Cervantes en 1988.

María Teresa León (1903-1988)

Escritora, ensayista y dramaturga, fue eclipsada por su esposo, Rafaael Alberti. Incansable luchadora antifascista, activista socia y salvadora de 'Las meninas' y otros tesoros del Prado en la Guerra Civil, fue la memoria de la generación del exilio. De vuelta a España en 1997, el alzhéimer la consumió. Ernestina de Champourcín (1905-1999). Nacida en un aristocrática familia vitoriana fue una poeta precoz. Políglota y enfermera en la Guerra Civil, se exilió a Francia con su marido, Juan José Domechina. Regresó en 1973 al final de su vida ingresó en el Opus Dei no dejó de publicar hasta su muerte. Fue candidata al premio Príncipe de Asturias y se la tachó de autora religiosa.

Rosa Chacel (1898-1998)

Vallisoletana, abandonó Bellas Artes para ser la novelista mas brillante de su generación. Amiga de Ortega y comprometida con la República, se exilió a Francia y Brasil. Regresó a España en los ochenta y aspiró a un Premio Cervantes que se le negó.
Josefina de la Torre (1907-2002): Escritora, cantante, concertista, actriz brillante y poeta canaria, Gerardo Diego incluyó sus versos en su antología de 1934. En el exilio interior tras la guerra, publicó durante la dictadura un solo poemario y novelas bajo seudónimo.

Miguel Llorenci

Diario de Navarra