“La ayuda de Dios es una fuerza poderosa en el interior”

Ha pasado un lustro, pero Censi no puede olvidar el 1 de marzo de 2006. Una llamada le alertó de la desaparición de su hija Beatriz, de 27 años. Siguieron horas de angustia e incertidumbre, tras las que la familia supo que Beatriz no volvería a estar con ellos. El autor confeso del crimen llegó a pedir perdón a la familia durante el juicio y fue condenado con años de cárcel; sin embargo el proceso no despejó algunas incógnitas, que aún hoy siguen abiertas. ¿Cómo consigue una madre vivir en paz?

Censi Ramírez

“El dolor no puede ser lo que reflejemos, sino el amor”. Censi habla con el mismo gesto acogedor y dulce con el que escucha. Si se pudiera oír cómo reza el Padrenuestro, sería en ese mismo tono sereno y fuerte, con el que dice “hágase tu Voluntad”. Censi está convencida de la ayuda divina que recibió en aquellas circunstancias: momentos de dolor, semanas de incertidumbre, sucederse de contestaciones por teléfono para atender a los medios de comunicación o al juzgado. Apoyo y oración de tanta gente que contribuyó a sostenerles. Desde el principio, la familia perdonó al autor del crimen.

“Dios es muy misericordioso. No odias, disculpas. Intentas meterte en la piel de esa persona; un momento malo lo tiene cualquiera… Puede ser un enfermo, que tuviera una sobredosis… podría ser un hijo tuyo”. “No seríamos cristianos si vamos a vengarnos”, dice; “Dios perdonó; nosotros, ¿no vamos a imitar a Jesucristo?”.

Censi Ramírez

“Duele… ¿cómo no va a doler?... Si te haces un rasguño, o una operación, te duele…” Censi afirma que su fuerza viene de la fe: “Es una mochililla que llevas a cuestas con la ayuda de Dios; si no fuera por eso, la vida no tendría sentido”. Cuenta con el apoyo que “he recibido del Opus Dei y que recibo… me han llevado en volandas, con la oración y la comunión de los santos”, recuerda. Una amiga de la familia “reza todos los días por mi hija y por sus padres, para que Dios nos dé fortaleza”.

“Es una fuerza poderosa en el interior. Todo es prestado. Imitas el silencio del Señor, el testimonio que Él dio… no puedes estar con rabia, o un llanto desconsolado… Yo lo dejaba todo en el Sagrario. Puedes poner una simiente de bien y Dios se luce”. Un Dios que está con la mano tendida siempre y “nos llenó de una gran esperanza, que amortigua el dolor. Ella está con nosotros”. “Para todas las cosas –afirma– Dios da unas ayudas inmensas”.

“Dios es muy misericordioso. Cuando vamos a la confesión, todo está perdonado, aunque sea el acto más bochornoso”.