Guadalupe: la beata que vio a Dios a través de un microscopio

Cómo son las santas del siglo XXI? Así, como Guadalupe. Normales. Tan normales que pasan desapercibidas y, ciertamente, el mundo sería distinto si no estuviesen. Son santas que descubren a Dios entre los libros, en la escuela, en el metro, en el cine o a través de un microscopio.

Guadalupe Ortiz de Landázuri.

Artículo de Marisa García Plaza publicado en la revista del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Alicante. Disponible en formato PDF.


Su infancia

El 12 de diciembre de 1916 nació en Madrid Guadalupe Ortiz de Landázuri y Fernández de Heredia, cuarta y última hija, la única niña, del matrimonio formado por Manuel Ortiz de Landázuri y María Eulogia Fernández de Heredia. El padre era militar del arma de Artillería, así que la vida familiar del matrimonio estuvo marcada por los frecuentes traslados de ciudad, por los cambios de destino habituales en el oficio castrense.

En España y Europa, el momento en sí mismo no era de los mejores del siglo XX, pues el continente se desangraba en medio de la Gran Guerra (1914-1918), con 30 millones de víctimas, y en España, a los pocos días de nacer Guadalupe, el 18 de diciembre de 1916, una huelga conjunta de los sindicatos anarquista y socialista (CNT y UGT) desafiaba al gobierno y lograba la caída de Manuel García Prieto.

En 1927 Manuel Ortiz de Landázuri fue destinado a Tetuán, capital del protectorado español en Marruecos. El contraste de la severa Castilla con la pintoresca y expresiva ciudad africana debió influir en el carácter de Guadalupe. Pocas niñas de su edad atravesaban el estrecho de Gibraltar y se adentraban en una sociedad donde musulmanes, judíos y españoles se cruzaban por las calles y establecían relaciones, al menos comerciales. Lo que no existía en Tetuán eran colegios femeninos, pues el único centro educativo era el del Pilar, exclusivamente para varones. Apenas había niñas de la edad de Guadalupe entre los españoles residentes allí y, aunque antes las niñas no consiguieron plaza en el Colegio, con ella hubo una excepción y aquí estudió desde los 11 a los 16 años.

En octubre de 1932, el padre recibió la orden de traslado a Madrid, con destino al Ministerio de la Guerra. A Guadalupe le faltaba un curso para terminar el bachillerato, y se matriculó en el instituto Miguel de Cervantes, donde finaliza en junio de 1933.

Universidad

Así pues en el curso 1933/34, se matriculaba en la Universidad para estudiar Ciencias Químicas. En este curso, cuando Guadalupe pisó las aulas por primera vez, las cifras y porcentajes de mujeres y varones en la Universidad española eran de 28.664 varones (93,10%) y 2.124 mujeres (6,8%). (Barrera Peña-López Peña). Y en Química en julio de 1933 solo cinco chicas terminaron la carrera.

Además Guadalupe debió conocer a muy pocas profesoras, porque en 1931/32 solo había una, entre 72 hombres, y en 1932/33 se contaba con cinco, entre 104 varones (Anuario 1934, 105). Los estudios los realiza en caserón de la calle San Bernardo en Madrid, donde entonces estaba la Facultad de Ciencias.

La guerra civil y los años posteriores

El mundo de Guadalupe, como el de otros millones de españoles, se vino abajo con el estallido de la guerra civil, el 18 de julio de 1936. En su caso se saldó con el fusilamiento de su padre y, por supuesto, la interrupción de sus estudios universitarios. Concluida la Guerra Civil, 1939, no eran pocos los universitarios que habían dejado sin terminar su carrera por causa de la contienda. Quienes se dispusieron a terminarla aprovecharon las ventajas establecidas de periodos abreviados e intensos de clases, que posibilitaban realizar dos cursos académicos en uno solo.

Guadalupe logró finalizar la licenciatura y, aunque su ilusión era dedicarse a la universidad, por necesidades económicas familiares empezó a trabajar en el colegio de las irlandesas de Madrid como profesora de Física y Química a las alumnas de 13 a 16 años. Como el colegio le dejaba unas horas libres, logró también otras clases en el prestigioso centro académico de San Luis de los Franceses y, aunque su objetivo final era hacer el doctorado y la investigación, debió pensar que, de momento, podía esperar.

Conoce a San Josemaría

En el mes de enero de 1944 sucedió un hecho que cambiaría por completo el rumbo de su vida: el encuentro con el fundador del Opus Dei. Guadalupe acababa de cumplir los 27 años. El 25 de enero de 1944 tuvo lugar la primera entrevista con Josemaría Escrivá de Balaguer, quien había fundado el Opus Dei el 2 de octubre de 1928, un camino hacia la santidad que consistía en santificarse en la vida ordinaria por medio del trabajo profesional y de las ocupaciones diarias ofrecidas a Dios.

Pronto pidió la admisión, el 19 de marzo de 1944 y, desde ese momento y por unos años, Guadalupe dejó la docencia para dedicarse a tareas de administración y dirección de colegios mayores y residencias en Madrid y en Bilbao (1945 a 1947) y, de nuevo en Madrid, en el colegio mayor Zurbarán.

En México abriendo brecha

El 3 de marzo de 1950 comienza una nueva etapa en la vida de Guadalupe. Sale en avión, junto con Manolita Ortiz y María Ester Ciancas, hacia México para comenzar allí la labor apostólica del Opus Dei. Cruzar el Atlántico en aquellos tiempos no era lo más usual y menos para tres mujeres. Guadalupe contaba en esos momentos con 34 años. Allí comenzó su labor de dirección de la residencia universitaria Copenhague, impulsó una escuela para la formación de campesinas en Montefalto y otras muchas iniciativas para la formación de la mujer mexicana, todo lo que ha dejado poso en este país.

En México permaneció hasta 1956, año en que llegó a Roma para colaborar en tareas de dirección en la sede central del Opus Dei. El 6 de marzo de 1957 Guadalupe anotó una entrada inquietante en su agenda: “Me puse mala; es algo de corazón”. Reaccionó bien a la medicación que se le suministró y comenzó a recuperarse con bastante rapidez, pero, en julio de 1957, hubo de ser intervenida en Madrid en la clínica de la Concepción. Después de unos meses regresó a Roma.

En Navidades Guadalupe sufrió una nueva crisis cardiaca tras casi tres meses de vida normal. Cuando se recuperó lo suficiente para poder viajar, regresó a España para nuevos diagnósticos en la clínica citada, estableciéndose ya definitivamente a España.

De nuevo en España: la etapa más interesante

Empezaba una nueva etapa en la vida de Guadalupe. Y no precisamente “una etapa más”, sino probablemente la etapa más interesante. Con 42 años y una enfermedad de corazón, iba a hacer posible un sueño de juventud: el doctorado y la investigación en Ciencias Químicas.

El año 1960, con la llegada del nuevo curso académico, Guadalupe comenzó a dar clases de Física y Química en el instituto masculino Ramiro de Maeztu. Y, un año después, también en la Escuela Industrial Femenina, hoy IES Santa Engracia.

En 1963 Guadalupe concretaba su tema de tesis doctoral. La directora de tesis de Guadalupe, Piedad de la Cierva, era una pionera en la investigación científica. Se había licenciado en Químicas en 1932, en Valencia, con 19 años y premio extraordinario y logró ingresar en Madrid en el Instituto Rockefeller para realizar la tesis doctoral, dirigida por Julio Palacios. Piedad de la Cierva trabajó después en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas con José María Otero. En 1948, este fue nombrado director del Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada- LTIEMA, y Piedad lo acompañó en su nuevo trabajo, donde una de las investigaciones fue el estudio de las cualidades refractarias de la cáscara del arroz. En estos trabajos participó Guadalupe y de este trabajo salió su tesis doctoral. Con otras dos investigadoras presentó un proyecto a la convocatoria de los premios “Juan de la Cierva,” como trabajo en equipo en la opción “Investigación Técnica”, y obtuvieron el Premio.

Finalmente Guadalupe defendió su tesis doctoral el 8 de julio de 1965, tras lo que se presentó a oposiciones de Enseñanzas Medias y de Enseñanza Profesional. Sacó estas últimas y continuó dando clases de Física y Química en la Escuela de Maestría Industrial Femenina en Madrid.

Inicio de la Facultad de Ciencias Domésticas

En estos años en España solo un 20% de mujeres trabajaba en el sector público, ocupando por oposición un puesto en la Administración del Estado. Guadalupe Ortiz de Landázuri era una de ellas. Poco después, durante el curso académico 1968/69, Guadalupe colaboró en la puesta en marcha de la Licenciatura en la Facultad de Ciencias Domésticas de Madrid. Preparaba además un libro sobre textiles, producto de sus clases en esta Facultad. No había por entonces mucha gente en España que se dedicase a estos trabajos, quizá por ello, en febrero de 1973, fue invitada a pronunciar una conferencia en el Primer Simposio sobre “Textiles en el Hogar Moderno” que se celebró en España. El libro de textiles que Guadalupe preparaba terminó publicándose con el título de Tecnología del lavado (otoño de 1973).

Desde 1973 el corazón de Guadalupe, que hasta ese momento había respondido bien, comenzó a dar problemas; se le hicieron una serie de estudios en la Clínica Universitaria de Navarra y el año 1974 transcurrió siguiendo las indicaciones recibidas en la clínica. Sin embargo, el 1 de junio de 1975 hubo de ser ingresada de nuevo en Pamplona y el 1 de julio fue sometida a una delicada operación. Las cosas iban muy bien, pero dos semanas después, repentinamente, todo cambió y falleció el 16 de julio.

Mujer pionera en el siglo XX

A lo largo de los siglos XIX y XX hubo en España mujeres pioneras que contribuyeron a cambiar el rol social femenino. Algunas son muy conocidas (Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, María de Maeztu, Clara Campoamor, Victoria Kent), pero existen otras que participaron casi sin saberlo en ese movimiento imparable y progresivo hacia la ampliación del espacio público femenino. Lo consiguieron con el tesón que cada una de ellas puso. Podríamos llamarlas “pioneras de la vida ordinaria”, pues no se apartaron de ella. La mayoría no levantó la voz para denunciar su injusta situación, pero por la vía de los hechos, una a una, ejercitando su libertad, consiguieron cambiar el panorama. Guadalupe Ortiz de Landázuri presenta rasgos que nos permiten pensar en ella como una de esas pioneras.

En plenos años veinte, cuando las jóvenes españolas solían recibir una educación muy básica, ella estudió en África en un colegio de chicos porque no había otro, y después Guadalupe cursó una carrera universitaria, la que ella quiso, igual que sus hermanos varones.

¿Cómo son las santas del siglo XXI?

Pionera en todos los ámbitos de su vida, Guadalupe conoció al fundador del Opus Dei en 1944, con 27 años. El amor a Dios, a través del espíritu del Opus Dei, llenó por completo su corazón y su vida, y decidió pedir la admisión como numeraria. Guadalupe fue una de las primeras vocaciones femeninas que llegaron a dicha institución. Ha sido también el primer miembro laico del Opus Dei en ser beatificada el 18 de mayo del año 2019 en Madrid.

¿Cómo son las santas del siglo XXI? Así, como Guadalupe. Normales. Tan normales que pasan desapercibidas y, ciertamente, el mundo sería distinto si no estuviesen. Son santas que descubren a Dios entre los libros, en la escuela, en el metro, en el cine o a través de un microscopio.

Marisa García Plaza