Guadalupe Ortiz de Landázuri, una activa química en las montañas mexicanas

Salvador Aragonés escribe en Aleteia un perfil biográfico sobre Guadalupe.

Aleteia Guadalupe Ortiz de Landázuri, una activa química en las montañas mexicanas

Guadalupe era una mujer normal, sencilla, alegre, optimista, preocupada por los demás, que vivía entregada a Dios, en su trabajo y en su vida diaria. Era una de esas mujeres, como dice el papa Francisco, que puede ser tu vecino “de la puerta de al lado”, o que la encuentras en el ascensor.

Esa mujer, madrileña de nacimiento, que “hablaba con desparpajo, con humildad y con sencillez” (como cuenta su biógrafa Cristina Abad, en “Libertad de amar”) será beatificada el 18 de mayo próximo en Madrid.

Será la primera persona laica de la Prelatura del Opus Dei en subir a los altares, y precisamente una mujer. Guadalupe era –es— “una mujer muy cercana, muy actual, con gran sentido del humor y una persona muy atractiva”.

Así conoció Guadalupe al fundador del Opus Dei

Guadalupe Ortiz de Landázuri y Fernández de Heredia nació en 1916, hija de un militar español. Fue a la universidad, en un tiempo en que en España había muy pocas universitarias (solo el 8,8 por 100).

Estudió Ciencias Químicas y tuvo un novio catalán, Carlos, al que dejó porque era demasiado tiquismiquis, demasiado perfeccionista. Ella era una mujer lanzada, muy libre.

Un día, a los 27 años, asistió a misa y al final “se sintió tocada por la gracia de Dios”. Quería hablar con un sacerdote y al salir de misa encontró a un amigo de la familia que le dio el teléfono de don Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei.

Fue a verle.

“Yo estrenaba mi primer trabajo… aquella entrevista fue decisiva en mi vida”, cuenta Guadalupe. “Le dije: creo que tengo vocación… y el Padre me dijo: eso yo no te lo puedo decir…”.

Después de pensarlo, rezar, sobre todo a la Virgen de Guadalupe, y arreglar la situación de su madre -que pasó a vivir con su hermano (el doctor Eduardo Ortiz de Landázuri, que ya se había casado), hizo un retiro espiritual y pidió la admisión al Opus Dei.

Su padre había muerto fusilado por los republicanos al comienzo de la guerra civil española. Cuando fue a vivir a un centro del Opus Dei dijo: “hace dos días que estoy en casa: ¡soy feliz!”.

Había muy pocas mujeres del Opus Dei en 1944. Entonces comenzó la expansión del Opus Dei por España. Guadalupe fue la directora de la primera residencia de mujeres universitarias en Madrid: el Colegio mayor Zurbarán. Viajó también por varias capitales españolas para echar la semilla del Opus Dei.

Guadalupe y el comienzo de la labor del Opus Dei en México

Después, el fundador, hoy san Josemaría Escrivá, la envió a México junto con otras dos mujeres para que iniciara la labor de mujeres del Opus Dei en ese país.

En México se convirtió en una mexicana más, vestía como una mexicana, suavizó su acento madrileño, y conoció la cultura de ese país.

Dejó un rastro imborrable entre las mexicanas, como demuestra el número de peregrinaciones que acudirán a su beatificación en Madrid.

En México extendió la labor del Opus Dei en la capital y también en Culiacán, Monterrey y Tacámbaro. Impulsó centros de formación cultural y profesional de las campesinas que vivían en las zonas montañosas y aisladas del país que carecían incluso de instrucción básica.

Guadalupe puso en marcha un dispensario ambulante con la ayuda de una amiga médico.

Para alcanzar aquellos pueblos, Guadalupe iba a lomos de una mula, afrontando los riesgos de posibles bandoleros. Para los habitantes de aquellas montañas la vida no valía gran cosa. Le ofrecieron llevar una pistola como protección.

Guadalupe la rechazó por temor a usarla presa del pánico. No usaría armas de fuego. Aceptó sin embargo un cuchillo, por si hubiera que “luchar cuerpo a cuerpo”.

El trabajo apostólico en México fue de mucha fe y mucho amor a las personas. Su obra más grande consistió en la reconstrucción de Santa Clara de Montefalco, una antigua hacienda arruinada en el estado de Morelos.

Puso en marcha una granja-escuela para la mujer, una escuela de enseñanza primaria y secundaria, un taller de confección, una escuela de alfabetización y una escuela hotelera para mejorar la vida de las mujeres en la zona.

Amiga de Ernestina de Champourcín

En México, se hizo amiga exiliados republicanos españoles. Ella ya perdonó desde el principio a los que mataron a su padre.

Conoció a la poetisa Ernestina de Champourcin, esposa de Juan José Domenchina, que fue secretario particular de Manuel Azaña (presidente de la República cuando fusilaron a su padre).

Su marido se encontraba muy grave de salud y le pidió un sacerdote que le atendiera espiritualmente, pues había vivido muy alejado de la Iglesia. Se hicieron muy amigas y Ernestina acabó pidiendo la admisión al Opus Dei.

Después de seis años pasados en México, Guadalupe fue llamada por san Josemaría para que trabajara en el gobierno central de las mujeres del Opus Dei en Roma.

Dejó retazos de su corazón en México, pero se fue con mucha alegría a Roma. Allí empezó a encontrarse mal del corazón, tal vez a causa de la picadura de un animal en México.

(Seguir leyendo en el sitio web Aleteia)

Salvador Aragonés

Aleteia