“Es posible tocar a Dios en lo que haces”

Begoña es una mujer emprendedora. Junto a su marido puso en marcha una chocolatería y, de la nada, pasó a exportar chocolate a cualquier punto del globo. Hace unos meses se jubiló pero tiene proyectos e ilusiones para rato. Le gustaría mucho crear una Asociación de Amigos del Chocolate en Gipuzkoa y así conocer a personas con el mismo interés, contagiarles la pasión por el chocolate, organizar cursos y viajar a lugares donde hay importantes plantaciones de cacao.

Begona en el interior de la chocolatería

Mendaro es un pueblo de Gipuzkoa de unos mil habitantes. Por allí pasa el río Deba que, en su momento, fue navegable. Y hasta allí llegaban productos indianos: vainilla, cacao, azúcar, especias, canela, café... que se vendían en una tienda que estaba y está al lado de la iglesia: Chocolates Saint Gerons. Corría el año 1850. 

El marido de Begoña heredó esa casa en 1992. Vivienda, tienda, un taller de chocolate y un molino de cacao estaban en el mismo pack. Hacía dos años que había parado totalmente su actividad. Y un día de ese verano Begoña, entre risas y veras, le propuso a su marido hacer chocolate a la taza usando ese molino. Y lo que empezó siendo un juego, acabó convirtiéndose en una empresa que exporta chocolate a los cuatro puntos cardinales. 

Begona en el interior de la chocolatería

Él recordaba de niño el funcionamiento de ese molino. El “experimento” del chocolate a la taza salió tan bien, que enseguida Begoña se animó a seguir con un bombón y luego una trufa… Y ella, que venía de otros mundos profesionales como la asistencia social y la pedagogía, hizo un curso de iniciación en las artes del chocolate en León, donde adquirió unas nociones básicas, elementales. Más adelante se puso en contacto con casas francesas y belgas, que han sido siempre un referente en esas materias.

Y empezaron a vender. La gente mayor de Mendaro se acordaba del funcionamiento de esa tienda deliciosa, toda hecha de piedra y madera. A los tres años abrieron otras en San Sebastián y en Bilbao. El producto es artesano, de máxima calidad.

Un documental sobre el Opus Dei en la televisión

Al preguntarle cómo conoció la Obra no deja de recordar un 26 de junio de 1976, primer aniversario del fallecimiento de San Josemaría. Acababan de mudarse de piso. No tenían ni sillas, ni mesas, pero sí un bocadillo para cenar. Cuando probaron si funcionaba la conexión de la TV se encontraron con un documental acerca del Opus Dei en el que San Josemaría hablaba de encontrar a Dios a través del matrimonio y en la vida ordinaria, durante una reunión filmada con un numeroso grupo de personas.

Antigua fábrica de chocolates Mendaro

Ella se quedó con el dato y dos meses después tuvo oportunidad de conocer a personas del Opus Dei a través de Lolita, que trabajaba en su casa. Lolita no sabía leer ya que en su familia, de etnia gitana, no había podido aprender, pero asistió a un curso de cocina para empleadas del hogar. A través de algunas de sus profesoras, que eran del Opus Dei, conoció el mensaje cristiano de santificación de la vida ordinaria. Poco después, fue la misma Begoña la que participó en un retiro espiritual y, más tarde, pidió la admisión en el Opus Dei como Supernumeraria. Aunque se ha jubilado hace unos meses, sigue impulsando la empresa donde trabajan tres de sus hijas. Les asesora y procura transmitirles su experiencia. 

Antes de acercarse al Opus Dei rezaba muy poco, pero el punto 498 de Surco «antes “sólo” pelaba patatas; ahora se está santificando pelando patatas» fue un mazazo para su alma. “Ése es el gran descubrimiento”, asegura: “Es posibletocar a Dios en lo que haces”.

Un nuevo sentido y alegría

“La Obra ha aportado luz que ilumina mi vida y le da un nuevo sentido y alegría, también en momentos en que la cruz se presenta con más fuerza”, afirma. Y es que la cruz ha visitado a esta familia en forma de dolores físicos y otros problemas que afectan a muchas familias de la sociedad de hoy. “De San Josemaría he aprendido que estar junto a la Cruz es estar junto a Cristo. Y es verdad que junto a la Cruz he encontrado paz y serenidad”.

Antigua moledora de chocolate

Begoña no deja de trabajar, de tener proyectos y ambiciones. Le gustaría mucho crear una Asociación de Amigos del Chocolate en Gipuzkoa y así conocer a personas con el mismo interés, contagiarles la pasión por el chocolate, organizar cursos y viajar a lugares donde hay importantes plantaciones de cacao.

Le encanta el chocolate, pero dice que no hay que tomarlo con el café. Que con lo que mejor sabe es con champagne. Tomen nota.