En Namibia, con el apoyo de san Josemaría

Vesta Ostoic, casada y con 3 hijas, vive en un pueblo de Namibia, a 900 km de la ciudad. En su situación, recibir formación cristiana y hacer apostolado es un poco más difícil... pero no imposible.

Mi nombre es Vesna Ostoic, soy chilena, casada y tengo tres hijas, Camila (9), Bárbara (7) y Trinidad (4). Mi marido se llama Milton y trabaja en una empresa minera.

En enero de 2007, por motivos de trabajo, nos trasladamos desde Londres a una ciudad minera al sur de Namibia llamada Rosh Pinah. Las ciudades más cercanas son Windhoek, la capital del país, y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, ambas a más de 900 Km del lugar donde estamos.

Venir a vivir aquí fue una difícil decisión. Después de mucha oración -no solo mía sino de muchas otras personas-, comprendí que hacíamos lo correcto y que estaba aceptando la voluntad de Dios.

La vida aquí no es sencilla en ningún aspecto. Desde el punto de vista espiritual se echa en falta poder acudir con frecuencia a los Sacramentos.

Tenemos un templo católico, muy lindo por cierto, no tan precario como el resto de casas del lugar, y bastante acogedor.

 

La Misa se celebra sólo un domingo al mes. La feligresía es muy alegre: la Iglesia se llena de cantos de alabanza a Dios y la gente baila. Nosotros somos los únicos blancos de la parroquia.

Sé que no estoy sola nunca

En este ambiente, lejos de familiares y de personas que con su consejo me ayudaban a vivir la vida cristiana, se nota especialmente la ayuda de Dios y me apoyo en lo que he aprendido meditando la vida y las enseñanzas de san Josemaría.

Paisaje de Rosh Pinah, donde viven Vesta, su marido y sus tres hijas.

Cuando a veces aparece una sombra de tristeza reacciono rápido recordando lo que decía el Padre: “La tristeza es aliada del enemigo”. Y no dejo de hacer la oración y de procurar estar siempre en presencia de Dios diciendo muchas jaculatorias y piropos a nuestra Maravillosa Madre.

Sé que no estoy sola nunca y que tantos cristianos rezan por mí, quizá sin saber mi nombre. De ahí que las palabras del Salmo que rezo cada día “Si consistant adversum me castra, non timebit cor meum!”, me recuerdan que el Señor no dejará que nos pase nada malo.

"En Rosh Pinah, la Misa se celebra sólo un domingo al mes. La Iglesia se llena de cantos de alabanza a Dios y la gente baila. Nosotros somos los únicos blancos de la parroquia".

Cuando algo cuesta más, viene a mi mente el punto n. 983 de Camino “Comenzar es de todos; perseverar, de santos”. 

Durante el día procuro mantener la presencia de Dios a través de algunas prácticas de piedad. Por ejemplo, cada mañana digo: Te serviré, Señor, te seré fiel, como hacía el fundador del Opus Dei. Hago la visita al Santísimo, pero como la iglesia no está abierta, me quedo con mis hijas afuera, en la calle, y trasladamos nuestros corazones al tabernáculo que se encuentra dentro. Ahora les puedo decir que valoro mucho más la posibilidad que hay en otros países de acudir a la iglesia.

Pero sobre todo en este nuevo ambiente, la consideración del punto n. 1 de Camino, ha llevado a plantearme nuevas metas: "Que tu vida no sea una vida estéril. —Sé útil. —Deja poso. —Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. —Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón”.

Pensé mucho en la oración en mi apostolado personal y vi que podía plantar una semilla en Namibia: dar a conocer a mucha gente la fe cristiana y el espíritu que he aprendido en el Opus Dei para convertir todas las circunstancias en ocasión de amar a Dios y de servir a la Iglesia y a todos los hombres. 

Vesta dirige el rosario en la iglesia de Rosh Pinah (Namibia).

Con sus oraciones: una casa para el sacerdote

Empecé dando clases de catecismo los lunes a los fieles de la Parroquia. Ahora estoy terminando el Credo y luego comenzaré con los Sacramentos. Los miércoles rezamos el Santo Rosario y el primer viernes de cada mes hacemos un rato de adoración al Santísimo Sacramento. El jueves hacemos la Visita al Santísimo, rezamos el himno Adoro te Devote y cantamos algo en latín: esto es estupendo ya que la gente no conocía estas prácticas de piedad y está muy contenta.

Cuando llegué nadie conocía ni había oído hablar del Opus Dei ni de san Josemaría, así que conseguí unas estampitas y las comencé a repartir a quienes querían.

San Josemaría, con algunas mujeres africanas del Opus Dei.

Para poder dar estas catequesis sé que necesito hacer oración y seguir creciendo en mi vida espiritual. Hace poco asistí a un curso de retiro en Sudáfrica, donde hay centros del Opus Dei. Tuve que recorrer 900 km en auto hasta llegar a un aeropuerto internacional y desde ahí a Johannesburgo: total 1,300 km. Pero vale la pena. De ahí me traje un pequeño retrato de san Josemaría que ahora está en uno de los muros de nuestra Parroquia.

Hace poco me llegó una donación desde Chile para comprar objetos para que se pueda celebrar la Misa en la Iglesia. No conozco el nombre completo de la persona que regaló el dinero, lo que sé es que su nombre es Pablo. También desde Inglaterra están mandando dinero para comprar Biblias para los fieles de la parroquia.

Mi próximo proyecto es construir una casa para el sacerdote, de esta manera podría vivir aquí y celebrar la Misa diariamente o al menos más de una vez al mes. Recen mucho por este proyecto.

Con las personas que asisten regularmente a las clases, para el 26 de junio pasado organizamos la “Semana de san Josemaría” que consistió en ver un video con fragmentos de sus tertulias, una charla sobre “Santificación de la vida ordinaria” y culminó con una reunión en la que se leían las lecturas de la Misa de san Josemaría. Fue realmente muy lindo. Asistieron doce, y me alegré recordando que la Iglesia nació con 12: ¿no es lindo pensarlo así?

Para las niñas organicé en mi casa un club en donde tenemos muchas actividades... y una pequeña charla sobre virtudes: coraje, alegría, cosas pequeñas... Las niñas están entusiasmadas por compartir y poder aprender a ser mejores.

En esta zona el mayor porcentaje de la gente blanca es de la Iglesia Reformista Holandesa de origen calvinista y muchas de mis amigas pertenecen a ésta, pero no es obstáculo para compartir los afanes familiares, la educación de los hijos y tantas otras cosas.

Cuento con sus oraciones por todas las personas que vivimos aquí.