Cuarenta años del colegio Bell-lloc

El colegio gerundense surgió del impulso de muchos ciudadanos que querían ofrecer una educación en valores, abierta a todo el mundo y de calidad. El Cronista Oficial de la ciudad, Enric Mirambell, recuerda a dos de estas personas en un reciente artículo en el Diari de Girona, que ofrecemos.

Ofrecemos el artículo del cronista oficial de la ciudad, Enric Mirambell i Belloc, publicado en el Diari de Girona el pasado día 26 de febrero. Para más información sobre Bell-lloc del Pla, se puede visitar su web www.bell-lloc.org.

Este año, dos importantes centros docentes de nuestra ciudad están celebrando el primer centenario de su fundación. El colegio de los hermanos de la Salle y el de las religiosas de la madre Vedruna. Pero también hay otro centro educativo gerundense que conmemora un remarcable aniversario. El colegio Bell-lloc del Pla. En este caso no se trata de un siglo; pero sí de un número considerable de años, cuarenta, una cifra digna de ser celebrada. En este ya largo periodo, son muchas promociones; muchos centenares de jóvenes los que se han formado en las aulas de este centro.

El nombre de Bell-lloc empieza a destacar en los anales de la historia gerundense cuando se descubrió el mosaico romano que se conoce como el mosaico de las carreras de carros o como el mosaico de Bell-lloc. Era el año 1876 cuando se produjo este notable hallazgo arqueológico en la finca que entonces era propiedad del señor Fabrés. Coincidió aquel acontecimiento con el inicio de la publicación de la antigua y bien recordada Revista de Gerona; con los primeros tiempos de la Associació Literària de Girona y en el momento en que un grupo de gerundenses esclarecedores promueven un movimiento cultural que fomentaba la creación literaria y artística, los trabajos de investigación histórica y las primeras búsquedas en el campo de la Arqueología. Era el impulso del Renacimiento que se hacía notar en nuestra ciudad.

La historia del famoso mosaico, desde su descubrimiento en el año 1876, ha sido muy complicada. Al principio se mantuvo en su emplazamiento original, pero bajo el control y la supervisión de la Comisión Provincial de Monumentos. Se realizaron estudios por parte de especialistas en la materia y se obtuvo una reproducción a gran escala para ser exhibida en el Museo de Sant Pere de Galligans.

Mediante un documento notarial, presuntamente manipulado, aprovechando el desconcierto provocado por la guerra del 36, el mosaico pasó al Museo Arqueológico de Barcelona. Durante un montón de años el mosaico fue objeto de reivindicación por parte de los arqueólogos gerundenses. Finalmente, el alcalde Joaquim Nadal, consiguió recuperarlo para Girona, quedando expuesto en el Museo de Historia de la Ciudad, dónde puede ser visitado y admirado.

Hoy no es el mosaico el tema principal de este artículo, sino el centro docente que cumple cuarenta años de actividad. Una actividad muy notable y destacada. Centro que se erigió, ahora hace cuarenta años, en la finca donde en el año 1876 se descubrió el mosaico romano que es uno de los testigos de la época fundacional de nuestra ciudad. El colegio Bell-lloc es bien conocido por los gerundenses. Hay muchas personas que nos podrían hablar con autoridad y con mejor información. Pero no he querido dejar pasar esta efemèride sin hacer una referencia. Más que de las cualidades que evidentemente tiene el centro docente, de detalles de su historia en esta efeméride, querría dedicar un recuerdo a dos personas que tuvieron una estrecha vinculación. Dos gerundenses que ya no están entre nosotros y que, por tanto, no podemos herir su sensibilidad ni su modestia, ni nos puedan reprochar hayamos magnificado su actuación que no pretendía buscar elogios ni reconocimientos en este mundo nuestro. Me refiero al Dr. Eduard de Ribot i de Batlle y al profesor Manel Llinàs del Torrent i March.

No sé si seria exagerado afirmar que gracias al desprendimiento, la generosidad y el impulso del Dr. Ribot existe el colegio Bell-lloc del Pla. No lo sé; pero sí que sin ninlguna duda ellos tuvieron un papel muy importante en el hecho de que este colegio fuera una realidad. El Dr. Ribot era un hombre de gran categoría moral, profesional y social. La solicitud que merecían sus servicios médicos demuestra el prestigio de qué disfrutaba entre la sociedad sufriente. En un tiempo en que la medicina no podía disponer de medios para la exploración para diagnosticar, ni de los adelantos terapéuticos que han ido llegando en los últimos tiempos, su ojo clínico, su constante aplicación por estar al día, su incondicional atención al enfermo, lo mantenían en un primer plano de la profesión médica en nuestra ciudad y comarcas. El enfermo tenía plena confianza y de esto era una muestra la sala de espera de su consultorio que siempre se veía masivamente concurrida. No ahorraba tiempo ni paciencia en explorar el enfermo hasta llegar al fondo de la cuestión que debía tratar de combatir. Su trabajo se alargaba hasta bien entrada la noche. Pero a los pacientes no les importaba hacer largas esperas con tal de ser visitados por aquel médico que gozaba de un renombre bien ganado y merecido. Tras una visita consciente, entretenida y efectiva, a la hora de hablar de honorarios nunca había ningún problema. Si el paciente podía pagar, lo hacía de buen gusto, y si no podía no se encontraba con ninguna exigencia. En numerosas ocasiones el benemérito doctor se sentía satisfecho con un sincero «Dios le pague».

Mn. Jaume Borrell fue rector de Beget en unos años en que aquella bellísima población era un rincón de mundo. Mucho más habitada que lo es ahora, pero no convertida todavía en centro de atracción turística. El acceso, dificilísimo, por unos caminos escasamente practicables dejaban aquella gente casi aislada. Me explicaba el mencionado sacerdote que el Dr. Ribot acudía periódicamente para seguir el curso de unas propiedades suyas. Siempre aprovechaba la ocasión para atender las personas necesitadas de sus servicios; atenciones que evidentemente no cobraba. A la vez daba unas instrucciones al señor rector a fin de que pudiera resolver casos urgentes que se presentaran cuando era difícil esperar la llegada de un facultativo. Antes de emprender el regreso siempre dejaba algún medicamento en el botiquín, que era el único servicio permanente con que el pueblo podía contar.

Supongo que el instituto Bell-lloc ha dispuesto y dispone de un buen cuadro de profesorado—su prestigio lo demuestra—; pero del que yo más puedo hablar es de Manel Llinàs del Torrent. Lo conocía desde la infancia. Huérfano de padre debido a la tragedia del 36. Su familia, que había disfrutado de una posición acomodada y un nombre reconocido, había caído en una situación próxima a la pobreza. La madre de Manel se salía cómo podía, trabajando anheladamente para proteger y educar a su hijo único. La riqueza material de la familia se había perdido. Pero el tesoro moral y espiritual se mantuvo intacto y en progresión. Llegada la edad juvenil, Manel se sintió llamado a la vida religiosa. Su precaria salud le hizo regresar de Veruela, donde había ido con gran ilusión para prepararse para profesar en la Compañía de Jesús. En la vida civil a la que se reincorporaba, lo que más se adaptaba a su vocación era la docencia. Culminados los estudios universitarios y tras iniciarse en la profesión en una escuela especial de Barcelona, volvió a Girona, repartiendo su actividad entre la Escuela Oficial de Magisterio y el instituto Bell-lloc del Pla, trabajando incansablemente y con una gran dedicación hasta llegar a la edad de la jubilación. Incluso tras jubilarse, continuó su relación con Bell-lloc, dónde de alguna forma, dedicó sus servicios y atenciones.

La conmemoración del 40ª aniversario de la fundación del centro docente que lleva el nombre de Bell-lloc del Pla, nos ha dado ocasión de recordar estos dos gerundenses ejemplares que estuvieron estrechamente vinculados. Dos profesionales, conscientes y abnegados. Dos hombres que no sólo conocían a fondo el evangelio sino que lo vivieron intensamente con todas sus consecuencias. Sus respectivas vidas son la mejor y la más efectiva lección que se puede aprender en el más prestigioso centro educativo.