Dar gracias es hacer memoria

El centro educativo Zalima, en Córdoba, conmemora el 50 aniversario de la consagración del altar del oratorio por San Josemaría con una Misa solemne oficiada por el vicario de la Obra en España, Ramón Herrando.

Un momento de la Misa conmemorativa del 50 aniversario de la consagración del altar de Zalima por San Josemaría.

En el patio andaluz de Zalima, una placa reza desde hace años: “San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, visitó Zalima el 4 de octubre de 1968. Consagró el altar del oratorio y se reunió con padres, profesoras y alumnas a los que alentó en la labor de acercar almas a Dios a través del estudio y el trabajo profesional”.

El pasado jueves se cumplieron 50 años de esta efemérides y, para conmemorarlo, este centro de bachillerato y ciclos formativos, obra corporativa del Opus Dei, invitó a sus alumnos, a los miembros del Patronato, claustro de profesoras, personal no docente y amigos, a una Misa solemne oficiada por el vicario de la Obra en España, Ramón Herrando, y cantada por la Coral de la Cátedra Ramón Medina del Círculo de la Amistad, que fue precedida por la bendición de una hermosa talla de San José. Le acompañaban el vicario para Andalucía Occidental y Extremadura, Gabriel de Castro; el capellán de Zalima, José Antonio Larripa, y el sacerdote Manuel Pedreño, que vivió aquel momento histórico.

Bendición de la talla de San José.

Medio siglo después, D. Manuel recordaba bien “el deseo clarísimo de San Josemaría de venir a Córdoba, consagrar este altar y bendecir la labor que se estaba realizando en esta ciudad”. Desde los años 40 vino en cinco ocasiones; la última, tres años después de la puesta en marcha de este centro de estudios profesionales para la mujer. “El Padre [san Josemaría] decidió en 1967 pasar por Córdoba y consagrar este altar. Luego, por otras circunstancias, no pudo ser pero prometió que volvería al año siguiente para estar con los cordobeses. El 4 de octubre de 1968, ofició la ceremonia de consagración, ayudado por D. Javier Echevarría y por mí. Quería que en este lugar se asistiera con mucha fe a la Santa Misa”.

“El corazón prendido en Córdoba”

Pedreño rememoraba su impresión cuando, en aquella visita, San Josemaría le sorprendió desgranando las palabras de San Rafael arcángel, custodio de Córdoba desde que frenó el avance de la peste en el siglo XVI: ‘Yo te juro, por Jesucristo Crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad’, “una historia que no tenía por qué conocer ni recordar. Tenía el corazón prendido en Córdoba”. Esta fue quizá la razón por la que monseñor Herrando tuvo en su homilía palabras emotivas al referirse a los ángeles custodios y también a esa doble dimensión del altar que son la cruz y la Virgen Dolorosa, realidades muy presentes en Zalima y muy queridas para el pueblo cordobés.

Foto de la consagración del altar de Zalima por San Josemaría.

Durante la Misa conmemorativa, el vicario regional se refirió a este altar testimonial como un motivo grande de acción de gracias por las misericordias que Dios ha tenido con nosotros. “Esa gracia de haber estado aquí no queda circunscrita a ese momento de hace cincuenta años, es una gracia permanente, porque los dones de Dios son eternos e irrevocables. Éste es un don de Dios del que ahora, de algún modo, somos nosotros los beneficiarios, también por la intercesión de una persona santa como fue san Josemaría, que desde el Cielo intercede por nosotros y nos ayuda. Dar gracias –continuó– es hacer memoria. Damos gracias los que amamos y los que somos amados. Es propio del amor tener delante de los ojos todos los beneficios que hemos recibido”.

“Mujeres punteras” ayer y hoy

Loli Naz, antigua profesora y gerente, recuerda hoy que en el encuentro posterior a la Misa, “San Josemaría insistió a las profesoras, alumnas y padres en la importancia de la formación de la mujer para que fuera ‘puntera’ en la sociedad, en un momento en que todavía era muy escasa su presencia en el mundo profesional. Zalima había comenzado como centro privado pero muy pronto San Josemaría quiso que estuviera abierto y accesible a todas las mujeres y empezamos a promover Zalima por las barriadas y pueblos de Córdoba”.

Loli Naz, antigua gerente y profesora de Zalima, que vivió aquellos primeros momentos.

Al principio fue Instituto Superior Zalima de Nuevas Profesiones para la Mujer, en seguida Secretariado. Hoy, además de estos estudios de Asistencia a la Dirección, Zalima ofrece Bachillerato y otros ciclos formativos medios y superiores. Desde Montilla viene Marta, que estudia Bachillerato de Ciencias. Le gustaría estudiar alguna carrera de la rama sanitaria. Tuvo buenas referencias y decidió cambiar de centro. “Te integran para que te sientas bien con tu clase y si en tu colegio tienes un nivel distinto te animan y te brindan ayuda para estudiar mejor y ser mejor persona”, asegura.

En su primer año en este centro notó una gran evolución en las notas. “Del primer al tercer trimestre no tenían nada que ver. Yo creo que son las profesoras de aquí las que te motivan mucho para que sigas trabajando para que te esfuerces y des lo mejor de ti misma. En ciencias, casi todas sacamos muy buenas notas y somos trabajadoras y estudiosas. Nos dan las mismas oportunidades que a los chicos. En este sentido, la enseñanza diferenciada me parece un buen método. A mí no me echó para atrás a pesar de que venía de un centro mixto”.

Sonia, madre de antigua alumna.

Sonia es madre de una antigua alumna. “Loreto es muy responsable pero para ella lo importante eran los resultados académicos y se angustiaba mucho. Aquí le han enseñado a trabajar con ganas, a hacer las cosas por ella misma y por los demás, y a compartir muchos valores diarios como la caridad a través del voluntariado, el compañerismo. Si tenía algún problema, su tutora era como un nexo con la familia. Loreto ha madurado de niña a mujer y nosotros lo hemos podido vivir con ella, coordinados con el centro”.

Esta madre define Zalima como un centro en progresión. Y que tiene como lema aquellas palabras de San Josemaría que destaca la directora actual del centro, Aguas Santas López: “soñad y os quedareis cortos”.

Agustina Gómez, antiguo miembro del Patronato, y Aguas Santas López, directora actual de Zalima.

“Zalima está creciendo mucho, se está quedando pequeño ya no cabemos -asegura la directora-. Tenemos que dar las gracias rememorando estos momentos porque es lo que nos esponja el alma. Como decía el vicario a las alumnas en su encuentro previo a la Misa, somos responsables de un legado que hemos de transmitir: enseñarles a santificar su trabajo. Hacer de nuestras alumnas mujeres trabajadoras, alegres, comprometidas, que sean motor de cambio en la sociedad. Mujeres que tiren de las empresas, que no miren su limitación sino la suma de todos, con liderazgo, con capacidad de escucha y de aprender a sacar lo mejor de las personas”.