Catalina de Siena y los nuevos samaritanos

El periodista Francisco Serrano Oceja recuerda el ejemplo de Catalina durante la peste que asoló Siena en 1375, y cita a Mons. Fernando Ocáriz al hablar de las "catalinas" y samaritanos que hoy están dando su vida para atender a los enfermos.

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Estos días me ha entrado con fuerza Santa Catalina de Siena, una asignatura pendiente desde hace tiempo. Las biografías de Giogio Papasogli y Sigrid Undset y, cómo no, la edición de la BAC de “El Diálogo”, “Oraciones” y “Soliloquios”.

No se trata tanto del papel de Catalina ante el papado, precisamente cuando me toca explicar en clase, ahora a distancia, el Exilio de Avignon y el Cisma de Occidente. Me interesa más la fuente de esa fuerza de Catalina en la peste que asoló Siena en 1375, a la vuelta del Capítulo de Florencia, aunque las fechas son discutidas por los especialistas.

Escribe Caffarini que “nunca había parecido Catalina tan admirable como entonces: siempre en medio de los heridos por la peste, les preparaba para morir, los enterraba con sus propias manos. Yo mismo presencié le celo hecho amor con el que asistía y la maravillosa eficacia de sus palabras, que realizaron tantas conversiones. Muchos escaparon de la muerte en virtud de su extraordinario sacrificio y, mientras era incansable en su obrar, invitaba a las compañeras a hacer otro tanto. En cuanto a sí misma, era insensible al temor y a las repugnancias: había estado muerta y había vuelto a la vida”.

Son muchas las Catalinas que hoy están dando su vida para atender a los enfermos. Muchos, los nuevos samaritanos que hacen posible lo que el prelado del Opus Dei, monseñor Fernando Ocáriz, acaba de escribir en una sencilla y sintética carta: “El alma de la sociedad es el espíritu de servicio”.

Muchas, las historias que nos van llegando de ese alma que hará posible la resurrección de la vida en todo su esplendor, el nacimiento de un tiempo nuevo. Al fin y al cabo también estamos ante una oportunidad para un nuevo inicio, un nuevo tiempo que hay que ir preparando con las lecciones del pasado inmediato. Parece sorprendente, por ejemplo, que en lo que llamábamos la sociedad de la
abundancia, del desarrollo tecnológico, de las impresoras de tecnología avanzada, la crisis sanitaria se haya agudizado por la carencia material de respiradores. Adiós sociedad de bienestar y Estado de bienestar, sociedad de la abundancia…

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José Francisco Serrano Oceja

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