Algunas letras de san Josemaría a Guadalupe

Después de publicar el libro “Letras a un santo”, una recopilación de cartas de Guadalupe Ortiz de Landázuri a san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei queremos compartir algunas letras de san Josemaría a Guadalupe.

Se trataba de ocasiones en las que el fundador del Opus Dei quiso mostrar de un modo especial su cercanía. Aunque Guadalupe no escribía buscando respuesta, y san Josemaría lo sabía, en algunos momentos de la vida de Guadalupe, la preocupación paternal del Fundador de la Obra se reflejó en estas letras.

“Guadalupe: que Jesús te me guarde. Contento, porque sé que ya estás bien. Debes dejarte cuidar, porque no podemos permitirnos el lujo de estar enfermos: duerme, come, descansa, que así agradas a Dios. Para ti y para todas, la bendición más cariñosa de vuestro Padre, Mariano”, escribió el 17 de noviembre de 1952.

Carta de san Josemaría a Guadalupe, 17 de noviembre de 1952.

En el mes de octubre de 1952, en México, a Guadalupe le había picado un insecto. A raíz de la picadura, cayó gravemente enferma. San Josemaría estaba preocupado por la salud de Guadalupe que había ido a México apenas dos años antes para iniciar el trabajo apostólico del Opus Dei entre las mujeres.

Una semana después, ella hace referencia a esa carta, en unas letras que escribió a Rosario Orbegozo, quien vivía entonces en Roma y trabajaba junto al fundador: “Hace mucho tiempo que no te escribo, pero entre el paludismo, etc… se me fue el tiempo. Ya estoy completamente bien, aunque todavía tengo sobrealimentación porque el análisis de sangre tuvo la feliz ocurrencia de decir que faltaban todavía glóbulos rojos. ¿Qué te parece? Yo no noto nada, pero hago todo lo que me dicen. Tuve unas letras del Padre que me decía que no podíamos permitirnos el lujo de estar enfermos. ¿Tú cómo estás? Me acuerdo mucho de ti”. (México, carta 26 noviembre 1952)

Carta de Guadalupe a Rosario Orbegozo del 26 noviembre 1952

El desvelo de san Josemaría se hacía más patente cuando una persona estaba enferma. A partir de 1957, Guadalupe, que residía en Roma desde el año anterior, empezó a sufrir una afección cardiaca. Obdulia Rodríguez, una médico mexicana que seguía la evolución de la enfermedad, dejó escrita una escena que vivió en enero de 1958: “Al llegar al ascensor, la puerta de este se abrió y mi sorpresa fue enorme al ver a nuestro Padre (san Josemaría) y a don Álvaro (del Portillo), que salían de él. ―¿Sabes qué es esto?, preguntó. No, Padre, contesté. ―Pues es un telegrama del Santo Padre, para Guadalupe. Nuestro Padre estaba radiante. Llegamos a la habitación de Guadalupe, estaban con ella Encarnita y Mercedes. Entró nuestro Padre, don Álvaro se quedó en la puerta y yo un poco más atrás. El Padre le pidió a don Álvaro que leyera el telegrama. Nos contaron después que don Álvaro les había comentado a los príncipes Pacelli -familiares del Papa Pío XII-, con los que tenía amistad, que Guadalupe estaba enferma y que quizás les pidió que se lo dijeran al Papa”.

Telegrama de la Secretaría de Estado del Papa Pio XII enviando la Bendición para Guadalupe

Se conservan también varias postales de san Josemaría escritas desde distintos lugares, como Fátima o Lourdes, dirigidas a Guadalupe y a las mexicanas. San Josemaría seguía muy de cerca los inicios del trabajo de los fieles de la Obra en los diferentes países, teniendo detalles que sabía que les alegrarían. En el caso de las que llegaron a México, entre las que estaba Guadalupe, la emoción del primer día en su nuevo continente se vio completada por un telegrama del Padre, que les decía: “Todo cariño recuerdo mis hijas”.