Actitud de San Josemaría en Burgos (1938-1939)

José Carlos Martín de la Hoz, Miembro de la Academia de Historia Eclesiástica, describe la vida, los proyectos apostólicos y la actitud con que afrontó estos difíciles años de la Guerra Civil Española.

La vida espiritual del Fundador del Opus Dei se había ensanchado tras la experiencia de la guerra civil.

En esos meses finales de la guerra, todavía era mayor su deseo de santidad y su afán apostólico. Las consecuencias de la ignorancia y del odio que habían padecido tantos españoles de los dos bandos beligerantes le habían hecho captar con más hondura la necesidad de cristianos coherentes, empeñados en amar a Dios sobre todas las cosas que crearan a su alrededor un clima de paz, de entendimiento, de caridad con todos.

La salud de San Josemaría estaba quebrantada después de los padecimientos sufridos. Comenzaron los primeros síntomas de la diabetes, enfermedad que le acompañaría hasta 1954. Le servían como penitencia, pero no obstaculizaban su incesante actividad.

Creó a su alrededor un clima de alegría y de afán de santidad. Siempre estimulaba a todos los que le seguían a mirar hacia delante, a perdonar, comprenderse, convivir. Además, el Fundador del Opus Dei seguía desagraviando por los pecados de los hombres.

Estaba bien informado y, como siempre, evitó tomar partido en las cuestiones temporales. Era consciente de la importancia de mantener distancias con la política, pues los miembros del Opus Dei gozan de total libertad en ese campo. Además, eran momentos de incertidumbre, por los riesgos de una nueva guerra mundial.

En el primer camión que entró en Madrid iba San Josemaría. Se instaló en la residencia del capellán del convento de Santa Isabel. Desde allí fue a visitar dos veces la Residencia de estudiantes de la calle Ferraz 16. A los pocos meses se encontró en la calle Jenner 6 la nueva residencia de estudiantes que tomaría el relevo de Ferraz. Se trasladó allí y dejó la residencia del capellán a las monjas Recoletas, para que pudieran recomenzar su vida en comunidad mientras les reconstruían el convento.

Pronto comenzó a hacer viajes por toda España, para visitar obispos y predicar ejercicios espirituales al clero diocesano, comunidades religiosas, laicos de la Acción Católica, etc. El muelle comprimido volvía a expandirse, al paso de Dios y de la lucha por la santidad de San Josemaría.

Andrés VÁZQUEZ DE PRADAEl Fundador del Opus Dei, ed. Rialp, Madrid 2002, Vol. II, pp. 451-639.