Un libro-almanaque para buscar a Dios en el mundo

“Buscar a Dios en el mundo” es el título de un breve resumen de la vida de San Josemaría publicado en Costa Rica en la edición del 2005 del libro almanaque Escuela para todos.

'De lejos, allá en el horizonte, el cielo se junta con la Tierra. Pero no olvides que donde de veras la Tierra y el cielo se juntan es un tu corazón de hijo de Dios' (San Josemaría)

El Libro-Almanaque se distribuye en toda Centroamérica y está orientado principalmente a aquellas personas que han tenido poca o ninguna posibilidad de beneficiarse con los sistemas regulares de educación. Su tiraje promedio es de 450,000 ejemplares por año.

San Josemaría Escrivá nació en Barbastro, España, el 9 de enero de 1902. Fue el segundo de seis hijos. Creció como un niño alegre, travieso, buen estudiante y observador.

Muy pronto conoció el dolor. Entre 1910 y 1913 murieron tres de sus hermanas. Al año siguiente quebró el negocio de su padre, y su familia quedó en la ruina económica. Se trasladaron entonces a otra ciudad donde su padre había encontrado empleo.

En las Navidades de 1917 cayó una fuerte nevada. Y un día vio en el suelo las huellas de unos pies sobre la nieve. Eran las pisadas de un carmelita descalzo. Pensó en tantos sacrificios que hacen otros por amor a Dios y al prójimo. Y fue entonces que decidió hacerse sacerdote.

Después de terminar el bachillerato ingresó al Seminario. Fue ordenado sacerdote en 1925. Tres años después fundó el Opus Dei, nombre que significa Obra de Dios. Desde entonces se dedicó a motivar a la gente a buscar a Dios en medio del mundo. Decía que la vida diaria de un cristiano que tiene fe, cuando trabaja o descansa, cuando reza o cuando duerme, en todo momento, es una vida en la que Dios siempre está presente.

Murió en Roma, Italia, el 26 de junio de 1975 de un paro cardíaco. Su cuerpo reposa en la Iglesia de Santa María de la Paz. El Papa Juan Pablo Segundo lo declaró santo el 6 de octubre del año 2002.

Algunos testimonios de la devoción a san Josemaría:

Profesora de Nigeria, África.

“Ahora ya no puedo señalar la diferencia entre la oración y las actividades ordinarias: soy muy consciente de la presencia de Dios y ya no puedo mirar al mundo sin hacer nada, sino que tengo que participar activamente en lo que pasa en la sociedad. Me he dado cuenta de lo que Dios me quiere y de la infinita misericordia que tiene conmigo”.

Doctora de Québec, Canadá.

“Aprecié mucho descubrir que lo que da valor a nuestras tareas es el amor a Dios que se pone al realizarlas. Decía San Josemaría que es en medio de las cosas más materiales de la Tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y todos los hombres. Bajo esta luz, el simple hecho de preparar una comida o de bañar a un niño adquiere valor infinito.

Artesana de San Antonio Aguas Calientes, Guatemala.

“Yo me he entregado a Dios y me cuesta vivir esta entrega cada día; pero he aprendido de San Josemaría que es aquí en el mundo, en los quehaceres del día, donde estamos ganando nuestra santificación: porque ganar el cielo no es fácil, es difícil, pero Dios nos ayuda.

Periodista de Estocolmo, Suecia.

“He recibido ayuda para entender que Dios es verdaderamente mi Padre. Antes tendía a resaltar de tal manera mi propia pequeñez, que Dios quedaba bastante lejos de nosotros los hombre. Ahora sé que está continuamente conmigo y que todo lo que sucede tiene un sentido”.