La aventura de entusiasmar a un mundo cansado

La Universidad de Navarra ha concedido el doctorado honoris causa al arquitecto navarro Rafael Moneo, la socióloga inglesa Margaret S. Archer, la filóloga hebrea Ruth Fine y el experto en economía y gestión de medios de comunicación estadounidense Robert Picard.

En un acto que ha unido modernidad y tradición al celebrarse en un museo de arte contemporáneo siguiendo un ritual universitario multisecular, la Universidad de Navarra ha concedido a cuatro personalidades su máxima distinción académica.

Ha sido la primera ocasión en que el actual prelado del Opus Dei y gran canciller de la Universidad, monseñor Fernando Ocáriz, ha presidido un acto de este tipo. Unas 700 personas han llenado el teatro del museo diseñado en el campus por Rafael Moneo.

Desde 1964, el centro académico ha concedido estos doctorados a 39 figuras destacadas por su trayectoria académica y profesional en diversos campos del saber. Entre ellas se encuentra el entonces cardenal Ratzinger –hoy Benedicto XVI– que lo recibió en 1998.

Los nuevos doctores

La hispanista y profesora de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Ruth Fine, estudiosa del Siglo de Oro español, ha puesto de manifiesto en su discurso de agradecimiento la necesidad de tender puentes de diálogo intercultural entre el mundo hispánico y el hebreo.

Robert Picard, experto en la gestión de empresas de comunicación y profesor en centros de varios países, ha señalado en su intervención que “la comunicación es fundamental para construir sociedades sanas” y, por ello, “las instituciones comunicativas deben servir a nuestras necesidades colectivas”.

La socióloga inglesa Margaret S. Archer, mujer pionera en su campo y académica reconocida a nivel internacional, ha subrayado la importancia de que las ciencias sociales contribuyan a la creación de entornos más justos, objetivo que en su opinión no se logra por la “angustiosamente tenue” relación de esas ciencias con los fundamentos filosóficos.

El arquitecto navarro Rafael Moneo, galardonado con algunos de los premios más destacados de su campo profesional como el Pritzker (1996), Príncipe de Asturias de las Artes (2012) o Premio Nacional de Arquitectura en España (2015), ha dedicado una buena parte de su discurso a agradecer a la Universidad de Navarra su trabajo desde su comienzo en 1952 y, en particular, a su Escuela de Arquitectura.

“Las universidades están llamadas a ser fuentes de esperanza y de libertad”, señaló el Gran canciller.

Según Moneo, “Pamplona se ha visto transformada por la presencia de la Universidad, de las Universidades, y gracias a ellas es hoy una ciudad mucho más viva, alegre, abierta, confiada, próspera”. “Manifiesto –han sido sus últimas palabras–, en cuanto arquitecto mi gratitud por la concesión de este doctorado honoris causa que me honra y me hace sentir en estos momentos el más feliz de los mortales”.

Monseñor Fernando Ocáriz: la universidad, un faro que ilumine el mundo

En el discurso que ha cerrado el acto, el gran canciller ha recordado al beato Álvaro del Portillo: “Hace veinticinco años, en una ocasión como esta, invitaba a profesores y alumnos a 'la aventura de entusiasmar nuevamente a un mundo cansado'”.

Ante la opinión algo generalizada de que atravesamos momentos de “crisis e incertidumbre”, ha animado a buscar modos de mejorar las situaciones a través de “una educación genuina, del poder transformador de las personas que piensan por sí mismas, sin dejarse dominar por las modas, y que fijan el rumbo de sus vidas, recorriéndolas con sentido: con palabras del Papa Francisco en Evangelii gaudium, 'como peregrinos y no como errantes'”. De este modo, según monseñor Ocáriz, “la Universidad se convierte en un faro que, por medio de la investigación de la verdad, ilumina el mundo”.

Glosando la figura del primer rector de la Universidad de Navarra, Ismael Sánchez Bella, el prelado y gran canciller ha recordado la importancia de fundamentar la actividad de la universidad en su identidad cristiana: “La búsqueda de la paz, la promoción de la justicia social o el cuidado de la casa común se sostienen y potencian con una comprensión del mundo y de la persona enraizada en el Evangelio”. Así, ha señalado monseñor Ocáriz, las universidades se convierten en fuentes de libertad y de esperanza.

Al terminar el acto, los nuevos doctores y sus familias han saludado a las personas presentes. Por la tarde, don Fernando ha mantenido una reunión con los miembros del rectorado de la Universidad de Navarra y otra con los directivos de la Clínica de la Universidad. Pasará unos días en Pamplona sin actos públicos programados, antes de viajar a Barcelona y, desde allí, comenzar un recorrido de más de un mes por varios lugares de Estados Unidos y Canadá.