Monseñor Álvaro del Portillo me ayudó durante mi enfermedad

A pesar de todas las complicaciones y dificultades que se sucedieron en mi enfermedad, notaba la intercesión y la ayuda de Monseñor Álvaro del Portillo.

Hace ya dos años tuve el privilegio de regresar a mi casa desde el hospital donde fui internado debido a que debí someterme a una intervención quirúrgica de urgencia para removerme el colon, lugar donde me encontraron un tumor canceroso y dos pólipos más en camino de serlo.

Recuerdo que en la madrugada de la operación a la que fui sometido, me vino a la cabeza, no tanto el nombre, como la imagen de Monseñor Álvaro del Portillo, de quien conocía muy poco, solo que había seguido al frente de la Obra después de San Josemaría Escrivá. Lo recuerdo nítidamente, con esa sonrisa que lo caracterizaban las fotos que había visto de él. Casi de inmediato me encomendé a él, le pedí que intercediera ante Dios para que saliera de ese trance en que me encontraba de la mejor forma posible si era su decisión. Entonces sentí una gran tranquilidad, además de una sensación de entrega total a los designios divinos, algo desconocido para mí.

Muchas veces los médicos dejaron de contar con que pudiera salir con vida de allí

Ingresé al salón de operaciones para una operación de mínimo acceso que se complicó por un error. Después tuve una septicemia, un paro cardíaco y una hemorragia.

Me llevaron a cuidados intensivos, lugar donde tuve todavía una bronconeumonía gravísima. Muchas veces los médicos dejaron de contar con que pudiera salir con vida de allí.

Este año me ha servido para expresar con más fuerza que la mano de Monseñor Álvaro del Portillo estuvo allí intercediendo. Leí su biografía y supe con gran asombro que su madre María de los Ángeles de Diez de Sollano era mexicana e hice las conexiones del caso.

a todas luces Monseñor Álvaro del Portillo me decía: No estás solo, ella está contigo

Soy más explícito. Conozco que la Virgen María es la Madre de Dios y madre nuestra, que cada región o país la venera bajo diferentes advocaciones, siempre sentí una especial cercanía con la advocación de Lourdes debido al nombre de la capilla a la que asistía en Cuba desde pequeño al catecismo y donde tomé la primera Comunión y me confirmé, casi podía recitar todos los eventos que sucedieron en esa región de Francia el 11 de febrero.

Esto que relato es una prueba que me llegaba constantemente de que él, a través de la Virgen, intercedió para que hoy pudiera estar contando esto, a todas luces Monseñor Álvaro del Portillo me decía: No estás solo, ella está contigo.

Del segundo caso fue protagonista mi nieto

Lo primero que ocurrió fue que me encomendé a él en el momento en que me llevaban a la sala de operaciones, le pedí por mi recuperación rápida. Sin embargo, por otro lado y sin que yo le dijera nada a mi esposa al respecto por mi estado de semi o inconsciencia una tarde en que mi ella subía hacia el lugar donde me encontraba una señora que había estado hablando con ella desde un rato antes sacó una estampa de su bolso y se la dio, luego de decirle que le pidiera porque ella consideraba que era muy milagroso. Lo agradeció, la miró y vio allí a alguien desconocido, un sacerdote con anteojos y una tremenda sonrisa y aunque la señora le dijo que su nombre era Monseñor Álvaro del Portillo ella, en medio de la gente y el apuro agradeció el gesto, la guardó en su bolso para rezarle más tarde y se perdió entre el gentío que siempre está apurado en ese lugar. Por otra parte, sin saber quién la ubicó allí, apareció en el cabezal de la cama donde estaba en el hospital una pequeña imagen que aún guardo con la imagen de la Virgen de Guadalupe, todos conocemos el amor que le profesó Monseñor Álvaro del Portillo.

Del segundo caso fue protagonista mi nieto. Estaba en la escuela jugando con unos compañeros en el recreo y vio en el polvo algo que brillaba, sin embargo no le dio mucha importancia. Pasaron las horas y volvió al mismo lugar a hacer las actividades lúdicas que caracterizan a los niños y allí, en el mismo lugar estaba aquel objeto brillante que decidió levantar, limpiar y guardar en su bolsillo: era la imagen de la Virgen de Guadalupe dentro de un corazón y por detrás una frase: Virgencita, porfis (por favor), cuida a mis abuelitos. Decidió traerla a la casa y se la entregó a la abuela y hoy la tengo también en mi posesión.

sirva este escrito como un testimonio del agradecimiento de mi familia, mi esposa, mis amigos, compañeros, padres y alumnos y en primer lugar, mío

Por último mi hermana decidió venir desde Estados Unidos a estar por acá debido a mi gravedad y le dijo a mi esposa que me había traído algo para mí. Pensó mi esposa que sería un pijama, pero cuando vinieron a la casa mi hermana sacó un pequeño paquete y señaló que había ido por las tiendas y que de pronto se fijó en esa imagen que traía, que había sentido una especial inclinación de comprarla y lo hizo con el objetivo de traérmela a mí: esa imagen es de la Virgen de Guadalupe. ¿Existe una vinculación entre lo pedido a Monseñor Álvaro del Portillo y la constante presencia de las imágenes de la Virgen de Guadalupe? Dios sabrá, en la medida de mis modestos criterios sí, sin duda alguna. Procuré ir a visitar la imagen que aparece en la tilma de Juan Diego de la Santísima Virgen, y ahora hago algo que hacía Monseñor Álvaro del Portillo cuando se enteraba de que algún mexicano estaba visitando Roma, así que le digo a quien allí vaya: “…ve a la Villa y dile a la Virgen que la quiero mucho.”

En resumen, sirva este escrito como un testimonio del agradecimiento de mi familia, mi esposa, mis amigos, compañeros, padres y alumnos y en primer lugar, mío, por la seguridad que tengo de la intercesión de Monseñor Álvaro del Portillo y de la Santísima Virgen bajo la advocación de Guadalupe. Que permitieron que Dios hoy me tenga entre los míos.

H. D. O. F. - Cuba


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