Periódico Ojo, edición del 15 de junio al 1 de julio de 2006
“Terminé mi secundaria en 1998. Soy exalumna del Instituto Profesional Femenino de Pavas (IPFP), una labor que impulsa el Opus Dei desde hace muchos años. Después cursé mi licenciatura en Enseñanza de los Estudios Sociales de la UNA. La carrera que estudié se la debo a mi profesora de Estudios Sociales que me motivó muchísimo; el IPFP para mí representó un medio para alcanzar mi realización profesional, lo cual agradezco muchísimo.” Son palabras dichas con orgullo por Raquel Saborío, vecina de un barrio con menos oportunidadades de los alrededores de Pavas. Actualmente labora en el IPFP como profesora de Estudios Sociales y Cívica e imparte lecciones en el Liceo Luis Dobles Segrega y en el colegio José Joaquín Jiménez Nuñez.
Cuando la labor del Opus Dei daba sus primeros pasos en Costa Rica a principios de los años 60, un grupo de costarricenses con la ilusión de hacer más por personas con menos acceso a la educación formal, al entrar en contacto con las enseñanzas de San Josemaría, encontraron el impulso para poner en marcha una iniciativa con mujeres de los alrededores de Pavas. En aquel entonces Pavas era una zona agrícola cafetalera que comenzaba a transformarse en zona industrial. El proyecto, aunque nació pequeño, se caracterizó desde el inicio por proponerse elevar el nivel de vida de las familias de la zona, impartiendo a las amas de casa una formación que propiciara una capacitación profesional básica junto a aspectos que les ayudaran a mejorar su nivel humano, cultural y religioso.
Raquel, al igual que una gran cantidad de muchachas del centro y de los alrededores de Pavas, como Lomas del Río, San Pedro, Libertad, Rincón Grande y La Carpio, han podido terminar sus estudios de secundaria gracias a al Instituto Profesional Femenino de Pavas. Todos los años las alumnas de quinto año de este colegio ganan en un alto porcentaje los exámenes de bachillerato del Ministerio de Educación y en varias ocasiones la promoción completa los ha ganado todos en la primera convocatoria.
El IPFP comenzó llamándose “Escuela de Capacitación para la Mujer”. A las primeras sesiones en 1964 llegaron 6 alumnas, amas de casa, y el número ascendió a 180 al final del tercer año. Se reunían dos tardes por semana para aprender a fabricar distintos tipos de productos y luego comercializarlos. Se agregó al plan de las tardes un curso sobre belleza (arreglo personal) y se entregaban certificados de Corte y Confección, Artesanía y Economía Doméstica.
Con el tiempo, estas mismas mujeres propusieron que la Escuela de Capacitación pudiera otorgar el título de conclusión de Estudios de Tercer Ciclo de la Enseñanza General Básica y luego se transformara en un colegio donde sus hijas pudieran terminar el bachillerato y prepararse mejor para encarar los reto del futuro. El sueño se volvió realidad en 1985. Georgina Walsh, egresada en el año 1987, pertenece a esas primeras promociones: “ Gracias a la formación que recibí en el IPFP pude seguir mis estudios universitarios. Soy Licenciada en Educación con énfasis en Trastornos del Lenguaje Oral y escrito de la UCR. Actualmente trabajo en la Clínica de Pavas, atendiendo niños con casos especiales y terapia. La formación que recibí en los años de colegio me han dado la oportunidad de alcanzar metas tanto en lo personal como en lo profesional”. Georgina es una de las 700 graduadas de este colegio. También, unas 5,000 amas de casa han recibido en las mismas instalaciones, capacitación profesional y formación en valores humanos en las mismas que elevan el nivel de vida de muchas personas en la zona de Pavas.
Actualmente, un grupo de profesionales y educadores se han propuesto que el IPFP tenga mucho más impacto en la educación de más muchachas y se contribuya más al mejoramiento de la sociedad. Han lanzado el proyecto “CRECIENDO” para recoger fondos que permitan la construcción de nuevas instalaciones y se aumente la capacidad del colegio.
El pasado mes de mayo, Rosana Méndez, empresaria que coordina el grupo promotor de la iniciativa, dio a conocer “CRECIENDO” en un desfile de modas promovido por las tiendas Saúl E Méndez, donde participaron los seleccionados nacionales. “La educación de estas muchachas es y seguirá siendo de primera y con las nuevas instalaciones, que se construirán con las donaciones de muchas personas que entiendan que la mejor inversión de un país es en educación, en subir el nivel de vida de las personas con menos oportunidades, se triplicará la cantidad de alumnas.” Para ella, “llevar la formación a un alto nivel de profesionalidad es un medio espléndido de contribuir a hacer la sociedad más humana, más solidaria y más cristiana. El contacto con los escritos de San Josemaría me han llevado a querer dar más vida a una iniciativa social, estable y extensa, donde se veía que era más necesaria.”
Por eso es que Jeimy Castro Marín, Alumna de 11 año del IPFP mira hacia el futuro con mucho optimismo y puede decir: “he recibido ayuda, no sólo en lo académico sino en valores que me han inculcado y me han hecho crecer como persona, a tener una mayor autoestima. Estoy muy agradecida con el colegio ya que mi familia es de escasos recursos. En el colegio me han ayudado económicamente para que pueda terminar mi secundaria. Me ilusiona después poder estudiar alguna carrera técnica o entrar a la universidad.”