​“Family Catechism” en Calgary (Canadá)

La Catequesis Familiar de Calgary, ciudad de Alberta situada al oeste de Canadá, comenzó su quinto año de existencia en el curso escolar 2018-19, y beneficia a veintidós familias y un total de sesenta chicos.

Bob, ingeniero jubilado y abuelo, da clase de catecismo a niños.

La historia de esta Catequesis Familiar prueba una vez más –explica con simpatía Joe, uno de los promotores– que en las obras de apostolado primero viene el proyecto y después el presupuesto. Mike, el primer promotor, confirma riendo: “¿Dinero? No teníamos nada; además, nos habíamos comprometido a que fuera económico para las familias que quisieran participar”.

Se organizan reuniones, una docena de veces durante el curso escolar,que tienen lugar durante tres horas el sábado. Dirigen las clases papás y mamás voluntarios que enseñan el catecismo a grupos de diferentes edades. A la vez, se tienen clases para los adultos que lo desean, mientras que sus hijos reciben la catequesis.Hemos seguido el modelo del programa que otros fieles de la Prelatura y amigos empezaron hace ya treinta años en la provincia de Ontario, en el este de Canadá. Fue hacia 1987 cuando, casi por casualidad, se conoció en una localidad rural de Ontario a una familia con gran interés por dar catequesis a los chicos jóvenes de la zona. La primera clase comenzó en 1988 en una escuela alquilada. Ahora hay Catequesis Familiares en siete ciudades de Ontario, que reúnen a más de quinientos niños.

“Nos sacamos esta foto grupal el sábado 17 de noviembre de 2018. Suele haber más familias”.

Desafíos

Implantar este plan en Calgary ha tenido sus desafíos. Esta ciudad petrolera del oeste canadiense alberga 1.300.000 personas, que viven desperdigadas en muchos kilómetros cuadrados de extensión. Por tanto, dar con una ubicación central es clave.

Mike pasó casi un año tratando de poner en marcha el proyecto, antes de que pudiéramos tener las primeras clases en un lugar con un alquiler asequible. De un lado, teníamos el inconveniente del precio del alquiler de las escuelas públicas los sábados; por otra parte, conseguir que las familias se comprometieran, pues a veces los padres trabajan entre cincuenta y sesenta horas a la semana, y no les quedan casi fuerzas al llegar al fin de semana.

Entonces se habló del panorama formativo que teníamos por delante y también de cómo financiarlo: cada familia podría contribuir con una módica cantidad para comprar libros, vídeos y material de papelería. A Mike se le ocurrió de pasada mencionar que había una deuda para devolver el préstamo inicial. Sucedió algo sorprendente y que nos mostró el reconocimiento de la tarea que habíamos emprendido: durante el descanso, Tyler se acercó a Mike y le preguntó cuánto era el monto de esa deuda, seguidamente sacó un cheque y la cubrió con su donativo.Como no teníamos dinero, conseguimos providencialmente un préstamo sin interés y Mike encontró un centro cultural de habla francesa que nos podía alquilar la sala de teatro y la cafetería por una cantidad asequible. El conjunto no era perfecto, pero funcionó: organizaríamos las clases en mesas diferentes del gran comedor. Seguidamente, de boca en boca se corrió la voz y las primeras familias se reunieron en septiembre del año 2014.

Sean, cooperador del Opus Dei, supervisa una clase de catecismo.

Asistencia

En los cuatro años transcurridos vemos que cada vez que nos reunimos, asisten más o menos las tres cuartas partes de las familias registradas. A la vez, comprobamos que los maestros que se ocupan de las clases de catecismo nunca fallan.

Nuestro grupo de familias está cada vez más consolidado. Aproximadamente la mitad de estas familias han inmigrado a Canadá desde América Latina; algunas, son recién llegadas. Todas agradecen que se tenga mucha paciencia con los niños durante la actividad; ponemos buen empeño en este punto, pues se trata de algo que a veces se echa de menos en nuestra sociedad canadiense.

Igualmente, las familias aprecian la oportunidad que tienen sus hijos de trabar amistad con otros jóvenes católicos; los adolescentes se encuentran en pequeños grupos con otros chicos de su edad que también quieren aprender y crecer en la fe, lo que les hace sentirse más a gusto y dispuestos a compartir y colaborar.

Centro comunitario Cité des Rocheuses

Solidez y continuidad

Entre tanto, el programa de Ontario ha adquirido tal envergadura que ha empujado a los promotores a constituir el Family Foundations Institute, para dar solidez y continuidad a la iniciativa.

En nuestro proyecto, desde hace dos años Elías, nicaragüense-canadiense y padre de seis hijos, que es el organizador de la distribución de las clases entre los maestros, prevé el café y la colación, etc. Siguiendo las pautas sugeridas por los directores del Family Foundations Institute, Elías se esfuerza por subrayar la necesaria prioridad de la parte social; así, efectivamente, organiza una pausa de veinte minutos a mitad de las tres horas de clases que es esencial para relacionarnos unos con otros.

El programa de Ontario ha adquirido tal envergadura que ha empujado a los promotores a constituir el Family Foundations Institute

Además, hay otros buenos momentos para tramar amistad al final de cada sesión, aprovechando la necesaria tarea de orden y la limpieza del local al terminar. De manera singular, tenemos también una comida “a la canasta familiar” con ocasión del último encuentro del curso, en el mes de mayo. Después, ya en el verano, las mismas familias tuvieron una barbacoa que organizamos en un parque municipal.

En fin, la Catequesis Familiar es una oportunidad muy buena para ayudarse mutuamente, profundizar en la fe, tratar a nuestro Señor, y tomar un café con pastas en un ambiente distendido y familiar.