A cinco años de la Laudato si’​, “No somos Dios: la tierra nos precede”

Tres expertos explican algunos de los aspectos más significativos de la Encíclica y cómo los interpretan desde sus particulares ópticas profesionales.

El próximo 24 de mayo se cumplen cinco años desde que el Papa Francisco estampara su firma y pensamiento en la Encíclica Laudato si’. Con el título Laudato si’, mi’ Signore (Alabado seas, mi Señor) el Pontífice nos invita a alabar a Dios por la belleza de la creación, como un niño pequeño que contempla lleno de orgullo las obras de su Padre. Mientras que en el subtítulo de la encíclica «El cuidado de la casa común», resalta la idea que permea toda la carta: el cristiano no está solo, el cuidado del regalo de la creación es una tarea que compartimos con todos los hombres.

El texto ha contribuido con una mirada integral al debate público de la sustentabilidad de la vida humana en la tierra. Tres expertos explican algunos de los aspectos más significativos y cómo los interpretan desde sus particulares ópticas profesionales.

Reflexionar sobre nuestro estilo de vida, superar el individualismo.

Elneurólogo y filósofo, Alejandro Serani se encantó desde el primer momento con la Laudato si’: “Mi impresión inmediata fue de asombro, de entusiasmo y de gratitud. Pienso que es uno de los documentos más originales que se han elaborado sobre el tema ecológico, dentro y fuera de la Iglesia. Es admirablemente complejo y completo a la vez. Lleva a cabo una síntesis de una cantidad de elementos dispersos que en sí mismos podrían no ser vistos como muy originales, pero que encuentran, al unirse entre ellos, una luminosa inteligibilidad”.

La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa, o del culto a la apariencia?

Para Bebi Calvimontes, experta en sustentabilidad, la encíclica viene a reafirmar lo que desde pequeña le inculcaron sus padres: “Me hicieron pensar muy temprano en la maravilla de la vida y la responsabilidad sobre la creación. Nos incentivaron a reflexionar por qué estamos acá. Por eso, junto con mi hermana María José, fundamos hace años una consultora, y la encíclica vino a fundamentar lo que nosotros siempre hemos trabajado y creído, y lo que mucha gente -hasta hace unos años atrás- veía con cierto prejuicio”.

Por su parte, Raúl Lagomarsino, profesor asociado experto en ética empresarial del ESE Business School de la Universidad de los Andes, reflexiona sobre el rol ético que deben tener los directivos de empresas para que organizaciones y medio ambiente convivan armónicamente. “Algo que es particularmente difícil y a lo cual se refiere la encíclica, es la generosidad intergeneracional. Es decir, yo aprovecho los recursos sabiendo que los tengo en custodia para la siguiente generación, que no puedo hacer lo que quiera, porque si lo hago le estoy complicando la vida a la generación que viene. Veo una visión cortoplacista, un egoísmo que se debe revertir. El problema es que hacerlo tiene costos inmediatos que casi nadie quiere pagar. El modelo actual no es sostenible”.

Reconocer el valor de todo ser humano

La relación estrecha entre el cuidado del ambiente y la responsabilidad respecto a los demás atraviesa toda la encíclica. En diversos puntos el Papa Francisco muestra la incoherencia de un empeño por salvar la creación material, mientras se descuida a los demás seres humanos y no se es capaz de reconocer el valor de un pobre, de un embrión humano o de un discapacitado.

Ante esta disyuntiva, que constantemente aqueja a la sociedad, Raúl Lagomarsino explica: “Evidentemente eso va a la médula de lo que dice el Papa. El ser humano no es parte de un engranaje. El hombre es un fin en sí mismo, no es un medio para otra cosa. La dignidad no es adquirida, le viene dada por la naturaleza. La persona no adquiere esa dignidad por ser capaz de realizar una tarea o tener dinero, sino que proviene por ser persona humana”.

Alejandro Serani aclara al respecto que la clave es ahondar en las motivaciones que se encuentran detrás de la protección o preservación del medio ambiente. “Si lo que mueve es el temor, hasta nuestro mismo prójimo aparece como peligroso. Si lo que mueve es el amor y el reconocimiento de la dignidad y sacralidad de la naturaleza, entonces la protección de la vida y la protección de la naturaleza convergen”, señala.

Ante esta aparente disyuntiva entre la naturaleza y el hombre, Bebi Calvimontes fundamenta con conceptos antropológicos cristianos. “Constantemente en mi trabajo ayudo a profundizar en la escala de valor que tienen los seres en la naturaleza. Cuando conversas con personas que quizás nunca habían oído hablar de este orden, de inmediato les hace sentido. En muchas ocasiones es por falta de formación y de información. Cuando a una persona que se conmueve con los pingüinos le explicas que el único ser que es capaz de incidir en los otros y dejar una huella en el corazón es el ser humano, y que la libertad es la parte inherente al hombre, el concepto y el valor que tenían del ser humano, cobra otra dimensión”.


Conjugar la libertad y humildad

El Papa Francisco en su encíclica pone énfasis en la libertad y la humildad. Estas virtudes dan la «capacidad de convivencia y de comunión» (LS 228), de vivir el amor fraterno, de prescindir de lo nuestro de modo gratuito a favor de los otros y ser conscientes «que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos» (LS 229).

Raúl Lagomarsino cuenta que desde que leyó la encíclica inicia sus clases con una reflexión sobre la libertad y la humildad: “Podemos hablar de ética porque somos libres. De la libertad parte todo. Dado que podemos usarla mal, vale la pena pensar en cómo la usamos. Y la humildad va muy de la mano, porque si hay algo en el mundo empresarial que abunda, es la soberbia. Veo cómo a gente exitosa se le hace natural ese sentimiento de ‘yo sé hacer las cosas’. Es importante tener la humildad para reconocer que uno puede usar mal la libertad.”

"Es importante tener la humildad para reconocer que uno puede usar mal la libertad.”

“Desde mi situación de filósofo, de naturalista, de médico y de creyente -señala Alejandro Serani- una de las claves centrales de Laudato si’ se encuentra en la recuperación del reconocimiento del ser humano de su carácter de criatura, su condición creatural. Como bien lo ha caracterizado la filósofa española Ana Marta González, la modernidad antropocéntrica ha pretendido dominar la naturaleza y controlar racionalmente la vida social. Esas dos pretensiones prometeicas están fracasando estrepitosamente en la época presente. “El descubrimiento consciente de la propia libertad debe llevar a reconocer que la realización del ser humano se logra en la sinergia con el Creador y no en la pugna contra Él. Si la persona se deja humildemente querer por Dios, recuperará en plenitud su libertad… y se asombrará”, explica.

Si deseas bajar la Encíclica completa. Puede hacerlo acá