Voluntarios contra el coronavirus

Con tan solo 21 años, este estudiante de medicina ha sido una de las pocas figuras médicas dentro de una residencia de Barcelona durante una semana.

“Cuando llamas al hospital para que se lleven a los más graves te dicen que se queden ahí”

La pandemia del coronavirus ha puesto de relieve la situación de las residencias de ancianos, que han sufrido especialmente los efectos devastadores del virus. Desbordados, estos centros han recibido la ayuda de voluntarios como Nico Amich, estudiante de cuarto año de la carrera de medicina.

Cuando llegó a una residencia privada de Barcelona, vio que la situación estaba fuera de control. “Empiezas poniendo medicinas y acabas dando de comer”, explica Amich. Tanto la doctora como muchos de los enfermeros que comúnmente se encargaban de los cuidados médicos, tuvieron que aislarse en sus casas al haber estado en contacto con dos residentes que dieron positivo.

Imagen de Nico Amich, voluntario en una residencia privada de Barcelona (Cedida)

El personal había quedado partido por la mitad y Amich, con tan solo 21 años, se convirtió en una de las figuras médicas más importantes del centro. “La única preocupación que tienes de contagiarte es no poder venir a trabajar mañana”, afirma el joven.

Sobre los ancianos afectados: “No hay que olvidarlos, porque se merecen lo mejor”

Allí ha sido testigo de la dificultad que entraña el cuidado de enfermos potenciales de Covid-19 sin el material sanitario que se requiere. “Usamos bolsas de basura para los pies”, cuenta Amich, que realiza el seguimiento de los afectados y les administra las pautas medicinales, pero también les da de comer y los tranquiliza.

La actuación de este tipo de centros ante el dramático número de fallecimientos de ancianos ha sido cuestionada los últimos días, pero Amich defiende que se ha seguido el protocolo, que las residencias han actuado correctamente y que hay que entender que las funerarias están saturadas.

Sus cuatro años de estudios en la Universidad de Navarra le han dado conocimientos suficientes para ayudar en esta crisis, pero enfrentarse a situaciones dramáticas le ha costado algún que otro llanto, del que se repone para volver a cuidar a esta generación de ancianos. “No hay que olvidarlos, porque se merecen lo mejor”, sentencia el estudiante.


Original de la notícia publicada a lavanguardia.com

Nicolás Escorcia

La Vanguardia