Rezar el Rosario como un niño pequeño

Andrés Vazquez de Prada, en la biografía El fundador del Opus Dei, anota cómo en los últimos meses de 1931, san Josemaría "descubrió", en su oración, una particular vida de infancia espiritual en la que el Santo Rosario tiene un papel especial.

El 30 de noviembre, primer día de la novena de la Inmaculada Concepción, advertía: "Al rezar el rosario o hacer —como ahora en adviento— otras devociones, contemplo los misterios de la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, tomando parte activa en las acciones y sucesos, como testigo y criado y acompañante de Jesús, María y José". Ya por entonces se había acostumbrado a rezar el rosario contemplando los misterios de la vida de Nuestro Señor como un niño pequeño, transportado al escenario de los hechos y presente allí como testigo.

Una mañana, después de decir misa, al terminar la acción de gracias, escribió de una sentada, junto al presbiterio, en la sacristía de Santa Isabel, el Santo Rosario. No sabemos con certeza qué día de la novena; pero sí que la víspera de la fiesta de la Inmaculada, 7 de diciembre, estaba leyendo en Santa Isabel a dos jóvenes "el modo de rezar el rosario", pues esa fue la intención con que lo escribió: ayudar a otros a rezarlo.

Más tarde, cuando hizo el prólogo, cuenta al lector el secreto de ese camino de infancia espiritual: "Amigo mío: si tienes deseos de ser grande, hazte pequeño. Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños..., rezar como rezan los niños.

[...] Hazte pequeño. Ven conmigo y —éste es el nervio de mi confidencia— viviremos la vida de Jesús, María y José".

Así, suavemente, se introduce al lector en escena: "No olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino... —Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena:

El Arcángel dice su embajada".

De la presentación de “Santo Rosario” son también estas líneas: "El principio del camino, que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima".

Un apunte del 15 de agosto 1931 parece indicar que, con anterioridad ya vivía en ocasiones el método de contemplación señalado: "Día de la Asunción de nuestra Señora — 1931: Ayer y hoy he importunado, con pesadez si cabe, a la Virgen Santísima, pidiéndole protección para la O.de D. Voy a hacer, desde esta tarde, una novena a nuestra Madre, celebrando su asunción en cuerpo y alma a los cielos. Realmente, gozo, pareciéndome estar presente... con la Trinidad beatísima, con los ángeles recibiendo a su Reina, con los Santos todos, que aclaman a la Madre y Señora" (Apuntes, n. 228).

Y en el 4º misterio glorioso se lee: «Assumpta est Maria in coelum: gaudent angeli! —María ha sido llevada por Dios, en cuerpo y alma, a los cielos: ¡y los Angeles se alegran!

Así canta la Iglesia. —Y así, con ese clamor de regocijo, comenzamos la contemplación en esta decena del Santo Rosario:

Se ha dormido la Madre de Dios. —Están alrededor de su lecho los doce Apóstoles. —Matías sustituyó a Judas.

Y nosotros, por gracia que todos respetan, estamos a su lado también.

Pero Jesús quiere tener a su Madre, en cuerpo y alma, en la Gloria. —Y la Corte celestial despliega todo su aparato, para agasajar a la Señora. —Tú y yo —niños, al fin— tomamos la cola del espléndido manto azul de la Virgen, y así podemos contemplar aquella maravilla.

La Trinidad beatísima recibe y colma de honores a la Hija, Madre y Esposa de Dios... —Y es tanta la majestad de la Señora, que hace preguntar a los Angeles: ¿Quién es ésta? »

Andrés Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei: ¡Señor, que vea! Ediciones Rialp, Madrid 1997, pp. 408-410