«Reivindico un feminismo inclusivo»

Entrevista en el Ideal de Granada a la historiadora Inmaculada Alva, que impartió una conferencia sobre algunas mujeres que siguieron el espíritu de san Josemaría, en los años cuarenta.

Inmaculada Alva durante la conferencia.

Ideal de Granada «Reivindico un feminismo inclusivo» (PDF)

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Poetas, investigadoras, filólogas, funcionarias, empleadas domésticas, maestras o trabajadoras sanitarias. Estas son algunas de las actividades profesionales de las primeras mujeres que se incorporaron al Opus Dei. Lo sabe bien la doctora en Historia e investigadora del Centro de Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer de la Universidad de Navarra, Inmaculada Alva, quien el viernes impartió una conferencia en Granada bajo el título ‘Mujeres que rompieron barreras’.

–¿Quiénes fueron esas mujeres?

–Fueron mujeres que en algunos casos no hicieron grandes cosas, aunque en otros sí, que, al comprender la novedad del mensaje del Opus Dei, se lanzaron más allá de lo que una mujer de los años 40 se podía plantear. Ya solo el hecho de que se unieran al Opus Dei supone un rasgo de valentía: una institución desconocida que invitaba a buscar la santidad y difundir esta llamada en medio de sus circunstancias personales.

–¿Y qué barreras rompieron?

–Muchas e impensables en ese momento. Estamos hablando de unos años en los que en España se había reimplantado el Código Civil de 1931 por el que la mujer quedaba bajo la tutela del padre o del marido con un marcado carácter proteccionista, y se convertía en muchos sentidos en una menor de edad. Tenía que pedir permiso para todo, hasta para abrir una cuenta corriente o recibir una herencia. Y estas chicas, casi todas muy jóvenes, eran universitarias o ya ejercían su profesión, salieron de sus casas para formar los primeros centros del Opus Dei, viajaron solas por toda España y, en menos de 10 años, se trasladaron a vivir a más de una decena de países de Europa y América para implantar el Opus Dei.

–¿Usted cómo las calificaría? ¿Ilusas, visionarias o aventureras? ¿Qué fuerza les impulsaba?

–Sin duda, la confianza que Josemaría Escrivá tenía en la capacidad de la mujer en general y de ellas en particular. Tenga en cuenta, por ejemplo, que en el año 43 les encargó que pusieran en marcha una imprenta (¡cuando en plena posguerra en España no había ni papel!). La Imprenta Minerva, hecha por mujeres y para mujeres. Y que en el mismo año, algunas de ellas, también impulsadas por el Fundador del Opus Dei iniciaron en Madrid una residencia para universitarias. ¡Y el porcentaje de mujeres incorporadas a la universidad era entonces en nuestro país menor al 14% del alumnado!

–Cada una de estas mujeres es entonces una historia en sí.

–Sí. Encontramos una investigadora que en el año 32 trabajó en el Instituto de Física Teórica Niels Boehr en Dinamarca, un centro pionero en la desintegración artificial del átomo; una catedrática de Historia de América premiada con la medalla nacional de Filipinas por sus estudios sobre la Filipina colonial; hay filólogas, profesionales sanitarias, funcionarias de la administración pública… Como anécdota, le puedo contar que una de las tres primeras del Opus Dei conducía, sabía tres idiomas, tenía un gran liderazgo…, ¡Y hasta fue campeona de eslalon!

–Entonces, ¿diría que Escrivá fue feminista?

–En el contexto histórico en que vivió, ¡desde luego! Fíjese que ya en los años 30 presagiaba la futura presencia de hijas suyas en actividades como la cultura, la prensa, los espectáculos, la empresa, la arquitectura, la medicina, etcétera. Algunos de sus escritos fechados en esos años, evidencian una mentalidad claramente a favor de la mujer y su papel en la sociedad que contrasta radicalmente con las ideas dominantes de la época. Él siempre otorgó a la mujer un papel que iba más allá de la creación de un hogar, que debía impregnar las profesiones y ocupaciones de la vida civil, aportando lo específicamente femenino.

–Y usted, ¿cree en el feminismo?

–Como historiadora me siento heredera del pensamiento de un grupo de colegas norteamericanas que en la década de los 30 del siglo XX se quejaban de la invisibilidad de las mujeres en la historia. Ellas resaltaban la aportación femenina a la civilización. Una aportación que había sido invisibilizada, al estar la historia escrita por hombres con una clara preferencia por la historia política. 30 años después otra corriente de historiadoras americanas, herederas de las primeras, constituyeron el embrión de lo que serían los Women’s Studies. Yo, como ellas, reivindico un feminismo inclusivo, que rescate del olvido el papel de las mujeres a lo largo de la historia.