"Su intercesión enriquece a toda la Iglesia"

Personalidades del mundo católico han manifiestado su alegría ante el anuncio de la próxima canonización de Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Recogemos algunas de las primeras reacciones.

Guzmán Carriquiry Lecour, Subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos:

“El anuncio de la próxima canonización del Beato Josemaría Escrivá me produce un vivo sentimiento de acción de gracias. Ha sido padre y maestro de muchos en el camino de la santidad y el apostolado. Un promotor incansable de la responsabilidad apostólica de todos los fieles, y en especial de los fieles laicos, en todos los ambientes y actividades en que les toca vivir. Su compañía e intercesión enriquece a toda la Iglesia y ayuda a renovar por todos los lugares fecundos ímpetus de santidad y apostolado, para mayor alabanza de Dios y servicio a los hombres”.

Mons. Domenico Sigalini, Asistente General Adjunto de Acción Católica Italiana:

“La santidad, como siempre ha enseñado la doctrina católica, es un don de Dios para todos. Y que haya alguien que consiga que los laicos procuren convertirla en una experiencia viva en su trabajo, en su competencia profesional, en medio de sus relaciones sociales, en la vida ordinaria –que tantos viven como un suplicio con la mente puesta en la distracción y las diversiones–, es otro gran don de Dios. Significa que el Beato Josemaría Escrivá ha sabido captar los sueños de Dios sobre esta humanidad, y ha entendido que Jesús se ha hecho hombre, ha padecido, ha muerto y ha resucitado precisamente para que todo hombre, toda mujer, pudiera ser sacerdote, rey y profeta –es decir, santo– en su misma laicidad. Santidad laical es búsqueda diaria en la Acción Católica, que con alegría y agradecimiento se abre a este don de un nuevo santo que Dios concede a su Iglesia, para profundizar y compartir con todos esta vocación”.

Carla Cotignoli, del Movimento Focolari:

“Compartimos la gran alegría del Opus Dei por la canonización de mons. Escrivá de Balaguer. Como tantas veces ha dicho el Papa, ‘los carismas son don de Dios y esperanza para los hombres’. El carisma del fundador del Opus Dei, de buscar la santidad en la vida ordinaria, en el trabajo, se convierte más aún en patrimonio de toda la Iglesia.

Precisamente en el comienzo de este nuevo siglo, cuando el Papa reafirma en la Novo Millennio Ineunte reclama con fuerla la necesidad de vivir un ‘alto grado de la vida cristiana ordinaria’, la santidad, luce con más claridad la belleza y la oportunidad de este don del Espíritu Santo, para que junto a los otros carismas que ha suscitado en nuestro tiempo, los laicos puedan contribuir eficazmente en la renovación del mundo del trabajo, de la política, de la economía, del arte y de la comunicación, y devolver el alma a los diversos ámbitos sociales”.

Giancarlo Cesana, de Comunión y Liberación:

“’Todo trabajo es ocasión de santidad’. En esta frase –que es al mismo tiempo afirmación y propuesta– del beato Josemaría Escrivá, siento todo el atractivo y la fuerza del cristianismo, como experiencia que transforma y llena de sentido cualquier circunstancia de la vida, incluso la más rutinaria y banal”.

Brian Kolodiejchuck, M.C., Postulador de la causa de canonización de la Madre Teresa de Calcuta

Es sorprendente comprobar qué distintos resultan los carismas y los caracteres de los santos en la Iglesia. A veces parece incluso que se oponen entre sí, pero cuando se llega a conocer con profundidad la vida y el espíritu de cada uno, se acaba por percibir el común denominador que les une: ser reflejo del modo de ser de Cristo, el Santo por excelencia. Así sucede en el caso de dos de los grandes personajes de la Iglesia Católica del siglo XX: el beato Josemaría y la Madre Teresa.

Entre esos puntos en común no puedo dejar de señalar el gran amor a la Iglesia, al Papa, a la confesión sacramental; o la fe indiscutida en el valor de la oración como punto de partida de toda acción apostólica; y tantas otros aspectos, como la capacidad de emprender ambiciosas iniciativas de servicio a los demás.

Entre otros muchos, quisiera detenerme a comentar un punto particularmente característico del carisma de la Madre Teresa: su amor por los pobres, por los enfermos, por los moribundos; en definitiva, por los más necesitados de ayuda. En ellos, la Madre Teresa veía al mismo Cristo.

También en la vida del beato Josemaría encontramos un gran compromiso por ayudar a Cristo presente en las personas que padecen necesidades (...), un gran esfuerzo de compromiso social por mejorar las condiciones de todos los seres humanos (...). Los pobres, los enfermos, los desahuciados, fueron las armas para vencer en su batalla de que el Opus Dei echara a andar. En ambos casos, tanto para el fundador del Opus Dei como para la Madre Teresa, en la raíz de este compromiso se advertía la fe, que les hacía descubrir a Cristo en cada hombre”.